En mi obsesión por seguir indagando sobre la interpretación y el saber hacer de la medicina a lo largo de la historia, convencido que por ahí se pueden encontrar muchas claves del porqué de nuestra medina hoy, y el porqué de sus defectos y virtudes, así como el camino de la mejora de la misma, llega a mis manos un interesante libro publicado en 1968 y escrito por Hans Schaefer, médico alemán nacido en Düsseldorf, en el que, bajo el título de “La medicina de nuestro tiempo” hace un muy interesante análisis de la realidad de sanidad de su tiempo.
Tiene bastante similitud con la obra de
Gregorio Marañón titulada “la medicina y nuestro tiempo”, publicada una década
antes, y ya cementada en este blog. Tal vez el contenido de ambos trabajos
difiera, pero en ambos casos dos profesionales
de la medicina, en un momento de su vida, con la experiencia de los años como
base, se paran a reflexionar sobre la realidad de su profesión. Enriquecedor por tanto la lectura de ambos
libros.
En los próximos post iremos desgranando
el contenido de este libro, no por hacer una tesis sobre el mismo, sino con el
ánimo de ir plasmando las interminables reflexiones que a uno le surgen de la
lectura del mismo.
Si el contenido invita a la reflexión, el
enfoque que le da a su obra ya da mucho que pensar. Schaefer centra el inicio
de sus reflexiones en la necesidad de entender al hombre y su comportamiento, a
entender su realidad social.
Primera lección que debemos aprender:
¿Cuántas tesis sobre lo adecuado o no del sistema sanitario, o de la
organización de los servicios sanitarios, o aún más de las decisiones clínicas,
parten de este conocimiento hoy en día? Dejo la pregunta abierta.
Si es cierto, en la tarea de organización
y gestión, que en nuestro pragmatismo y racionalidad solemos (y no siempre)
analizar datos de carácter demográfico: pirámide de edad, sexo,… nos paramos a
analizar qué demanda, de manera reactiva vamos a asumir (que se nos genera), y,
en nuestro “brillante” proceso mental, lo metemos en la batidora (un “excel”
hace maravillas) y nos sale la demanda que debemos atender.
Y en la tarea médica, se tiende a la
rutina y a la fijación de algoritmos de toma de decisiones médicas por aquello
de ir reduciendo la variabilidad. Ante tales síntomas, tal camino, y ante tales
resultado el correspondiente diagnóstico.
Sin denostar estas herramientas por la
importancia de sus fines y la utilidad que pueden llegar a tener las mismas,
ruego se me permita poner una señal de alerta: La clave está en saber
interpretar al hombre en su realidad y contexto, social y personal, y que es el
que determina su forma de percibir su salud, su forma de afrontar su enfermedad
y, por tanto, su necesidades en materia sanitaria.
Siguiendo a Schefer, el hombre es un ser
social y, por tanto, su entorno le condiciona, en mayor o menor medida en
función de su personalidad su estado
psíquico y somático, cuestión esta que viene siendo despreciada por el conjunto
de los médicos… y de los responsables de la organización y gestión añado yo.
Reflexiones publicadas en el año 1968 y
que sin duda es de gran vigencia hoy. Sobre todo teniendo en cuenta que en
nuestra cultura ha ido ganando peso en la valoración de nuestra realidad lo
exterior a nosotros, el éxito y aceptación social es más determinante que nuestro
bienestar con uno mismo. Stephen R. Covey, en su obra “ Los siete
hábitos de las personas altamente efectivas” hace hincapié en la
importancia de darle mayor relevancia en nuestra vida a lo que él llama la
victoria interior frente a la exterior. De lo contrario
nuestras emociones, actitudes y percepciones estarán en manos de los demás.
Gran racionamiento que nos debemos
apuntar, pues nos puede ser de gran ayuda para orientar y racionalizar los
recursos en función de las necesidades reales de la sociedad.
Antonio Burgueño Jerez
Patrono Fundación Humanismo y Eficiencia en la Sanidad
burjerez@humanismoyeficiencia.org