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domingo, 31 de marzo de 2013

DESDE “LA VENTA DEL ALMA” LEYENDO SOBRE PERSONAS QUE NO SE VENDEN. Paradojas de la vida…





Tenía previsto al regresar de Toledo, poner en este blog una reflexión sobre la doctrina social de la iglesia, fruto del estudio que en las últimas semanas vengo realizando de las lecturas de diferentes encíclicas que desde León XIII a finales del siglo XIX los pontífices vienen escribiendo al respecto. Sus reflexiones, fundamentalmente las realizadas por Juan Pablo II en su encíclica “centesimus annus”, y al margen de creencias religiosas, son más que impactantes por su fuerza y su aplicación práctica a día de hoy.

He decidido dejarlo para otro momento, porque estando tomando un café en esta ciudad de ilustres personajes como Gregorio Marañón, en un sitio tan inspirador ya desde el nombre (“la venta del alma”, lugar muy recomendable) leo una noticia en la Tribuna de Toledo, que en principio nada tiene  que ver como nuestra temática habitual: “La diputada número 55”, que es como desde el PSOE andaluz empiezan a llamar a la jueza Alaya. Sin entrar en cuestiones políticas (que no es nuestra guerra) su lectura me ha llevado a algunas reflexiones que quería compartir

-La jueza es un buen ejemplo de que el trabajo serio y responsable, el trabajo abnegado, sin miedo a actuar por estar respaldado por fuertes convicciones genera confianza.

-Hay que tener una fortaleza de carácter, como diría Aristóteles, para, más allá de tener valores, actuar conforme a ellos. Importante matiz, pues quien quiera actuar así no estará libre de presiones

-Asimismo, esa actitud permite hacer un trabajo riguroso y eficiente, que pone nervioso a aquellos que están acostumbrados a otros tipos de actuaciones.

-Con seguridad hay muchos jueces, políticos y todo tipo de profesionales trabajando con seriedad, pero que lo hacen en silencio, sin salir a los medios de comunicación. Es más, el trabajo serio y responsable “huye de las cámaras”. Esta loable y admirable actitud, supone que nuestra percepción se sesgue aún más, pues recibimos fundamentalmente mensajes negativos, dee actuaciones y actitudes que nos generan desconfianza.

- Ejemplos como el de la jueza Alaya nos deberían incrementar la confianza en esta sociedad. Y hacernos pensar. Que cunda el ejemplo.


Antonio Burgueño Jerez
Patrono Fundación Pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad







domingo, 21 de octubre de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA PROPUESTA DEL LIBRO BLANCO DE LOS RECURSOS HUMANOS A propósito del trabajo en equipo y por objetivos. Un asunto vital


Esta semana, el Consejo Interterritorial, en reunión celebrada en el Ministerio de Sanidad, ha creado una Comisión para que comience los trabajos necesarios para la realización del Libro Blanco de los Recursos Humanos. Humildemente aplaudo la decisión, en tanto en cuanto, decisiones sobre cualquier asunto, aún más este tan delicado, deben estar basadas en reflexiones y marcos filosóficos. De lo contrario, carecerían de base sostenible y, por ende, poco perdurables en el tiempo.

Y si además esa decisión se realiza en un órgano donde están representadas todas las Comunidades, que son aquellas que posteriormente tienen que trasladar las reflexiones a hechos, pues doble aplauso por mi parte.

Una de las cuestiones que debe abordar la Comisión es el del trabajo en equipo y por objetivos. Me sorprende gratamente la inclusión de este punto como algo destacado. Y digo gratamente porque sin duda es un aspecto crucial. Nos podemos perder y regodear en palabras grandilocuentes, que de tanto usarlas acabamos de vaciarlas de contenido. Pero trabajar conjuntamente, coordinadamente es crucial para lograr mayores y mejores eficiencias. Una organización sanitaria no deja de ser un grupo de personas que trabajan juntos, con una serie de recursos, para prestar servicios a otras personas que requieren de los mismos.

El tema del trabajo en equipo ni es baladí ni es sencillo. Una cosa es trabajar conjuntamente a otros y otra muy distinta, lograr equipos que logren altas cotas de rendimiento basándose en aspectos claves como una comunicación efectiva, unos objetivos claros, una participación activa, responsabilidad y cierto nivel de autonomía, y un esmerado cuidado y fomento de las relaciones interpersonales positivas.

Otra cuestión clave es dilucidar que entendemos por equipos de trabajo, pues dentro de las organizaciones sanitarias existen multitud de ellos y entrelazados, siendo este asunto uno de los aspectos más complejos de su organización y gestión. En otras palabras, ¿Hablamos de los equipos “iso-profesionales” (médicos, enfermería, admisión…)?¿Hablamos de equipos médicos por especialidades o multiespecialidades?¿Hablamos de de equipos multidisciplinares?¿O hablamos de todos? Como se dice vulgarmente, “tiene miga el asunto…”.

La complejidad se incrementa si reflexionamos sobre las estructuras, fundamentalmente hospitalarias. La estructura habitual es la división en direcciones de profesionales, clínicos o no (enfermería, médica, admisión, etc). Sin embargo, los procesos clínicos de los pacientes basan su eficiencia en la eficiente organización y coordinación de todos los profesionales que trabajan en un servicio, léase por ejemplo, urgencias, quirófanos...

En otras palabras, el reto es pasar de la agregación de las prácticas de los profesionales como individuos a Grupos Profesionales Integrados en la visión, estrategia y objetivos de la organización.

Todo esto no se consigue de la noche a la mañana. Un interesante informe realizado por el organismo Advisory Board Company, como siempre recogiendo experiencias y planteamientos de cientos de organizaciones a nivel mundial, concluye, entre otras cosas, que para lograr equipos clínicos de alto rendimiento deben darse siete pasos cruciales, los cuales llevan años de trabajo:
- Establecer una visión común y alineada a la de la organización.
- Definir las claves de la cultura común
- Construir el gobierno clínico
- Invertir en entrenamiento de los líderes
- Fijar estándares de servicio
- Establecer remuneración según objetivos de grupo
- Desarrollar elementos de control y seguimiento de los avances

Sólo este punto del informe requiere de un estudio, metodologías, cultura, cambios organizativos de gran calado. Un tema apasionante que, no por complejo, es vital abordarlo, pues es requisito “sine qua non” para la eficiencia y, por tanto, viabilidad, del Sistema Sanitario Universal en el que todos creemos.
En términos humanistas, el éxito pasa por lograr por tanto, una confianza intraequipos que permita lograr mejoras diarias, haciendo mejor lo que ya hacemos bien, dado por hecho, que lo que hacemos peor hay que hacerlo bien.

Al igual que la prescripción eficiente y otros tantos asuntos, que esto ocurra es responsabilidad de todos. Sin excepción.

Antonio Burgueño Jerez
Patrono Fundación Humanismo y Eficiencia
Jefe Unidad Desarrollo y Calidad Concesiones Ribera Salud

domingo, 8 de abril de 2012

SOBRE VICENTE FERRER

En ocasiones, la vida nos ofrece oportunidades extraordinarias de conocer personas y realidades que nos permiten adquirir conciencia del largo camino que nos queda por recorrer para alcanzar el bien.

Yo tuve la suerte de conocer a Vicente Ferrer en el año 2001. El destino hizo que estuviera en Valencia buscando apoyo en el área de salud donde la Fundación ha desarrollado tantos proyectos. Y tuvimos la oportunidad de firmar un convenio de hermanamiento entre el Hospital de La Ribera y el Hospital de Bathalapalli, el último y más emblemático de los tres centros que la Fundación tenía ya en la provincia india de Anantapur (Kalyandurg, Kanecal y Bathalapalli).

Las palabras que dejó escritas en su firma en el libro de honor del Hospital de La Ribera, ya son en sí, una declaración y un aprendizaje de su humanismo y espíritu de cooperación:
“Los hijos de una madre no son hermanos. Lo son cuando se ayudan el uno al otro”.

Esta visita fue el comienzo de una relación que, en lo personal, me marcó profundamente y ha influido en mis valores y valoraciones de la vida, y en lo profesional, ha sido enormemente gratificante para todos los que en mayor o menor medida, participamos en proyectos de cooperación.

Estar viviendo en las instalaciones de la Fundación en La India, poder ayudar y aportar ideas, líneas de colaboración y estrategias para gestionar sus hospitales y el área de salud rural de la Fundación, fue un regalo del destino que no podré agradecer nunca lo suficiente.

Y profesionales del Hospital de La Ribera pasaron varios meses trabajando en el terreno junto a profesionales de los hospitales de la Fundación, principalmente con el de Bathalapalli, para poder plantear proyectos de colaboración concretos, homogeneizando procedimientos, formando al personal, colaborando en la priorización de necesidades para conseguir mayor impacto en la salud de la población con los recursos disponibles …. Fue una oportunidad única, y me gustaría reconocer la labor de todos los que ofrecieron sus conocimientos, su esfuerzo y sobre todo su tiempo, bien escaso y por ello muy valioso, a favor de esta causa tan hermosa.

En cuanto a los resultados obtenidos, están ahí y pueden valorarse, por lo que no me detendré demasiado. El propio  gobierno indio reconoció nuestra labor mediante un premio otorgado por la protocolización (higiene hospitalaria, y control de residuos).  Y se consiguió en la farmacia de los tres hospitales un ahorro superior a 500.000€ (con lo que esto supone en La India), elaborando una guía farmacoterapeútica moderna y adecuada a sus necesidades, y organizando la compra directa. Un ahorro que podía ser destinado a otros puntos de atención de la población y cubrir mejor sus carencias básicas.

Son algunas de las cosas en las que centramos nuestra cooperación. A cambio ellos a nosotros nos demostraron cuantas cosas superfluas ocupan y enmarañan nuestras vidas, con qué poco podemos ser felices y cuántas cosas se pueden mejorar con pocos medios pero un esfuerzo común y generoso. En definitiva, nosotros nos quejamos por el 5% que nos falta y ellos dan las gracias por el 5% que tienen.

Y el propio Vicente. Verle de cerca, poder hablar con él muchas horas explicándote sus reflexiones, pensamientos y proyectos, con su voz pausada y profunda. Y poder mirarle a los ojos, que transmitían paz y sabiduría y que parecían que radiografiaban tu cuerpo y tu alma. Ha sido una suerte que agradezco profundamente a Dios (al gran relojero de este mundo, como el lo llamaba), porque sé que no estaré nunca  más cerca del concepto de santidad, que en las ocasiones que estuve con Vicente Ferrer.

Aprendimos que de la fe y de la fortaleza de un solo hombre se había levantado una obra que no se puede describir con palabras. Hospitales, escuelas, centros de discapacitados, casas, pozos, red social rural y un larguísimo etcétera, es la obra de una vida y de un hombre que nos ha demostrado la verdadera potencia del ser humano cuando canaliza toda su fuerza en hacer el bien. Ese fue el mayor aprendizaje. Y nos enorgullece saber que el propio Vicente reconoció nuestra colaboración poniendo mi nombre (“sala Alberto de Rosa”) a la planta de hospitalización de traumatología masculina del Hospital. Algo tangible ha quedado de nuestro proyecto.

Tenemos que seguir luchando por la obra que empezó Vicente Ferrer, un español que vivió, amó y ayudó a la humanidad hasta el final de sus días. Algunos de los planes en los que nos pidió colaboración solo se esbozaron, su capacidad de trabajo y de visión de futuro dejó muchos proyectos marcándonos el camino por el que todos debemos seguir. Quiero que todos pensemos que un granito de arena en este caso sí que sirve para hacer enormes castillos de bien. Yo lo he visto. Y nuestro reto es conseguir que su obra continúe. Mi colaboración comenzó cuando dirigía el hospital de la Ribera y en mi actual dirección al frente del grupo Ribera Salud, sigo atento para contribuir en todo lo que pueda mejorar la salud de ese hermano de otra madre que consideramos unido por algo más grande que la sangre: el sueño de Vicente.

Alberto de Rosa. Director General. Ribera Salud grupo