En días pasados,
el Gobierno de la Comunidad de Madrid entregaba las insignias sanitarias de Oro
y Plata a unos 500 profesionales de la sanidad madrileña en reconocimiento a
los servicios prestados durante su larga trayectoria profesional (30 años en
algunos casos). Llamaba la atención que en aquel acto alguno de los
galardonados llevaran camisetas reivindicando la Sanidad Pública. No queriendo
darle más relevancia al hecho de mal gusto y muy en la línea de los premio
Goya, me sirve de excusa para unirme a esa reivindicación: Yo también defiendo
la sanidad pública.
Me explico. Todos
deseamos una sanidad pública con todo lo que ello conlleva. La sanidad pública
es de todos, y nadie en su sano juicio quiere cargársela. Yo no conozco a
nadie, ni loco ni cuerdo. Por eso en mi reivindicación está que todos luchemos
por ella, que esto no sea patrimonio de nadie, que todos luchemos por hacerla
mejor cada día, lo que incluye a las empresas y a los profesionales que para
ella trabajan. Reivindico, por tanto, el papel de defensa de la sanidad pública
también a las empresas que hacen posible la misma, y a todos sus profesionales.
Porque la externalización de servicios sanitarios, no tiene nada que ver con el
carácter público del servicio, que nunca se pierde.
Siempre he
defendido, y defenderé, que la gestión empresarial de la sanidad pública tiene
que saber ganarse su sitio allá donde quiere implantarse, igual que lo hicimos
en Alzira hace 17 años, y se ha repetido en otros tantos sitios. Sobre todo
porque los proyectos que suponen innovación y cambio tienen que saber ganarse
apoyos y las posiciones opuestas a la externalización, en gran parte
interesadas y fruto de una lastimosa politización de la alternativa, tienden a
desvirtuarlo y aún más demonizarlo.
La verdad es que
muchos se preguntan si la externalización es hoy un camino muerto. Lejos de
ello es una la mejor opción en no pocos casos. Porque los profesionales
necesitan otro marco de desarrollo profesional, porque hay que lograr
eficiencias que difícilmente se encuentran en un marco inflexible como es el de
la gestión pública, porque los actores privados también son parte del sistema y
sus profesionales ciudadanos que trabajan por una mejor sociedad, porque la
innovación requiere de flexibilidad y
adaptabilidad, etc.
Pero no hay
fórmulas magistrales, siempre defenderé también que la colaboración empresarial
tiene que reinventarse cada día, adaptarse a cada caso y momento, huyendo de
modelizaciones que ayudan pero encorsetan al final, pues la empresa que triunfa
se reinventa cada día y aún más reinventa su entorno. No permanece pasiva ante
los cambios. Y el margen de reinvención es muchísimo, tanto como la ilimitada
capacidad del hombre de cuestionarse las cosas para seguir mejorando día a día.
¿Exagero? No Creo. ¿Sueño? Tal vez, aunque más humildemente, como lo hacía
Steve Jobs que quiso cambiar el mundo, y lo hizo. Así se lo planteó a John
Sculley, ejecutivo de Pepsi que quería fichar en los inicios de Apple:
"¿Quieres vender bebida carbonatada toda la vida o cambiar el
mundo?". Como todo el mundo sabe, fichó por Apple, y se ilusionó en el
reto de cambiar el mundo. Porque la práctica totalidad de los mortales desean
que les den motivos para ilusionarse, lo que incluye a los profesionales
sanitarios, evidentemente.
Una cuestión a no
olvidar, clave del éxito: La población viene reclamando sentir que sus
servicios sanitarios más cercanos, y le preocupa que los mismos queden en manos
de empresas que pueden sentir lejanas (fondos de inversión extranjeros, por
ejemplo). Es un miedo a todas luces legítimo, más allá del fundamento objetivo
que el mismo pueda tener o no. Y hay que contemplarlo y reducirlo sabiendo
darle una visión localista de los servicios sanitarios y haciendo un esfuerzo
por integrarlos en la sociedad a la cual va a prestar sus servicios. ¿Por qué
no pensar en abrir el capital social a los profesionales, ciudadanos
en general, empresas de la zona o a los Ayuntamientos?. Cabe recordar que el
pliego de Madrid obligaba a ofertar participaciones a los profesionales,
buscando dar este paso de integración. A modo de ejemplo, en Finlandia hay por
ley en torno a 20 Joint Municipal Authitorities administrando hospitales de distrito, además de ser la atención
primaria responsabilidad de los Ayuntamientos. Suponen el 95% de la atención
hospitalaria en el País. Los Hospitales de Pirkanmaa, Helsinki-Uusimaa o el
Hospital de Vassa son tres buenos ejemplos. Las empresas de gestión de
servicios sanitarios aportan valor por su "saber hacer" y no tanto por la inversión en el edificio y en
el equipamiento que lastra su capacidad de crecimiento con la pesada losa del
inmovilizado a amortizar.
En definitiva, hay
que saber ser creativos e inteligentes cara a planteamientos de colaboración
empresarial para la prestación de servicios públicos, porque el marco público
es incapaz de adaptarse a una realidad social y sanitaria cada vez más
cambiante. Cómo diría Ramón y Cajal, avancemos haciendo las preguntas adecuadas
y buscando las respuestas a las mismas. Rompamos esquemas y reinventémosla una y otra vez. Sin
perder el fin que tiene: Hacer la mejor gestión posible de la prestación de
servicios públicos. Quedarnos inmóviles no es una opción. Hagámoslo en defensa
de la Sanidad Pública.
Antonio Burgueño Jerez