(Publicado en Sanifax, 6 de abril 2015)
Otro lunes más y este especial por ser la
vuelta de vacaciones de Semana Santa para algunos y para otros día festivo aún,
según el punto geográfico donde cada uno tenga su sede laboral. Esta
circunstancia invita más a una reflexión trimestral que a una mensual, a la par
que mirando hacia el futuro, dado que las elecciones están al caer.
Se mire como
se mire está el tiempo complicado. Hay un frente inestable que no termina de
irse y se junta con unos nubarrones que se aproximan y que, aunque habrá algún
momento de claridad, las tormentas van a ser la tónica general.
Habrá que leerse con detalle las propuestas
que en materia sanitaria nos hagan desde el variopinto conjunto de los partidos
políticos para afrontar el temporal, sin mucha esperanza de que alguien escriba
la realidad de lo que hay, salvo si el objetivo sea el suicidio electoral.
Porque la realidad es tozuda y se empeña en
demostrarnos una y otra vez que el camino que seguimos para organizar y
gestionar la sanidad pública nos lleva a un abismo financiero algo paliado por
la mejora de las cuentas públicas y de la economía en general. Hay avances, sin
duda, pero se me antojan insuficientes. Por eso lo que en su día se llamó
recortes deberían ser traducidos a medidas de eficiencia organizativa y de
gestión, pensando ya no en el corto plazo, pero por lo menos en el medio.
Soy consciente que decirlo es fácil, y
hacerlo algo más complejo, por no decir “casi” imposible. Como profesional independiente
que presta sus servicios en diferentes tipos de organizaciones y que eso me
permite tener una visión amplia (sesgada siempre, pero amplia), es muy desolador
observar que ideas, proyectos, innovaciones tecnológicas, etc, no se aplican
por la rigidez de un sistema que no admite los cambios que deben realizarse. O
al menos al ritmo que se debería.
Caso especial merece el asunto farmacéutico,
y que es un buen ejemplo de la compleja realidad a la que nos enfrentamos. Cuando
hace ya unos años se tomó la decisión de “apretar” a la industria farmacéutica en
cuestión de precios, y a los profesionales en la racionalidad en la emisión de
recetas, se consiguió un primer impacto de una importante baja del gasto en
esta materia, lográndose aliviar el problema financiero. Sin embargo, el gasto
farmacéutico hospitalario nunca dejó de crecer.
Desde una visión más amplia, se viene observando
además un cambio de tendencia desde el 2013 donde el gasto farmacéutico por
recetas vuelve a repuntar levemente y las previsiones dicen que seguirá la
tendencia. Pues la
industria farmacéutica, que vio mermado un negocio, se reinventa y busca
legitimas oportunidades de negocio y, como si se tratara de una partida de
ajedrez, hacen su siguiente movimiento: a la par que recurren los precios de
referencia del Sistema Nacional de Salud, han potenciado la venta de productos
que denominan “Consumer Health Care” y han venido apostado por el desarrollo de
moléculas de alto coste para patologías muy específicas, que les viene a crear
un problema social y financiero a los gobiernos. Y les deja pensando el
siguiente movimiento.
Para el gobernante este marco no
le deja más que un movimiento de defensa, pues se ve atrapado entre las presiones
de la industria por lo que entiende unas reglas de juego injustas, la sociedad
que reclama también las mejores soluciones a sus problemas de salud, su
realidad financiera y la realidad de sus piezas (profesionales a todos los
niveles), que no terminan de entender el desarrollo de la partida ni quieren
jugar el mismo juego que él. “Menuda papeleta”, que se suele decir.
El gobernante en este marco se
ve obligado a limitar el acceso al medicamento de manera más o menos justa y
justificada, cuestión que lleva a titulares como “El médico ya no prescribe”. Todo
ello consciente de que una apertura de puertas supondría que los 2.500 MM de
euros de diferencial de gasto farmacéutico entre gasto de 2010 y 2014 se quedan
cortos para asumir el impacto de dicha decisión. El caso más mediático ha sido
el de los medicamentos para el tratamiento de la hepatitis C, que se ha saldado,
por el momento, con la nada despreciable cifra de 727 MM euros extra en gasto,
lo que viene a ser lo mismo que, por ejemplo, la atención sanitaria de los habitantes
de la ciudad Málaga durante un año entero. Pero no es el único. Es sólo la
punta del iceberg pues hay muchos otros medicamentos que se dificulta su
acceso, mediante normativas y un cuerpo de Inspectores revisando caso a caso, con
limitaciones al acceso justificadas en algún caso y en otros no tanto.
La partida continúa, y no pinta
bien para el decisor político, pues tendrá que saber hacer los movimientos
adecuados y desde una visión estratégica para evitar que en España siga saliendo,
en algunos estudios que circulan por ahí, como a la cola mundial del acceso a
fármacos. Esperemos que sean pues buenos ajedrecistas, cuando además los otros
jugadores, en su gran mayoría, aceptarían de buen grado dejar la partida en
tablas y sumar esfuerzos. Y deseamos que no lleguen a pedir un “economista
manco” como en su día lo hizo el Presidente norteamericano Harry S. Truman, por
aquello de “In one hand and in another” (expresión similar a la nuestra “por un
lado…pero por otro...”) No hay que olvidar nunca que toda decisión en economía
puede tener efectos en diferentes direcciones.
Antonio Burgueño Jerez