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martes, 7 de abril de 2015

La difícil “partida de ajedrez” de la cuestión de los tratamientos farmacéuticos: Una visión personal, obviamente

(Publicado en Sanifax, 6 de abril 2015)

Otro lunes más y este especial por ser la vuelta de vacaciones de Semana Santa para algunos y para otros día festivo aún, según el punto geográfico donde cada uno tenga su sede laboral. Esta circunstancia invita más a una reflexión trimestral que a una mensual, a la par que mirando hacia el futuro, dado que las elecciones están al caer.
Se mire como se mire está el tiempo complicado. Hay un frente inestable que no termina de irse y se junta con unos nubarrones que se aproximan y que, aunque habrá algún momento de claridad, las tormentas van a ser la tónica general.
Habrá que leerse con detalle las propuestas que en materia sanitaria nos hagan desde el variopinto conjunto de los partidos políticos para afrontar el temporal, sin mucha esperanza de que alguien escriba la realidad de lo que hay, salvo si el objetivo sea el suicidio electoral.
Porque la realidad es tozuda y se empeña en demostrarnos una y otra vez que el camino que seguimos para organizar y gestionar la sanidad pública nos lleva a un abismo financiero algo paliado por la mejora de las cuentas públicas y de la economía en general. Hay avances, sin duda, pero se me antojan insuficientes. Por eso lo que en su día se llamó recortes deberían ser traducidos a medidas de eficiencia organizativa y de gestión, pensando ya no en el corto plazo, pero por lo menos en el medio.
Soy consciente que decirlo es fácil, y hacerlo algo más complejo, por no decir “casi” imposible. Como profesional independiente que presta sus servicios en diferentes tipos de organizaciones y que eso me permite tener una visión amplia (sesgada siempre, pero amplia), es muy desolador observar que ideas, proyectos, innovaciones tecnológicas, etc, no se aplican por la rigidez de un sistema que no admite los cambios que deben realizarse. O al menos al ritmo que se debería.
Caso especial merece el asunto farmacéutico, y que es un buen ejemplo de la compleja realidad a la que nos enfrentamos. Cuando hace ya unos años se tomó la decisión de “apretar” a la industria farmacéutica en cuestión de precios, y a los profesionales en la racionalidad en la emisión de recetas, se consiguió un primer impacto de una importante baja del gasto en esta materia, lográndose aliviar el problema financiero. Sin embargo, el gasto farmacéutico hospitalario nunca dejó de crecer.
Desde una visión más amplia, se viene observando además un cambio de tendencia desde el 2013 donde el gasto farmacéutico por recetas vuelve a repuntar levemente y las previsiones dicen que seguirá la tendencia. Pues la industria farmacéutica, que vio mermado un negocio, se reinventa y busca legitimas oportunidades de negocio y, como si se tratara de una partida de ajedrez, hacen su siguiente movimiento: a la par que recurren los precios de referencia del Sistema Nacional de Salud, han potenciado la venta de productos que denominan “Consumer Health Care” y han venido apostado por el desarrollo de moléculas de alto coste para patologías muy específicas, que les viene a crear un problema social y financiero a los gobiernos. Y les deja pensando el siguiente movimiento.
A este respecto la OMS ha publicado un informe recientemente que advierte que los precios de referencia de los medicamentos pueden retrasar la comercialización y aumentar los costes de medicamentos innovadores.
Para el gobernante este marco no le deja más que un movimiento de defensa, pues se ve atrapado entre las presiones de la industria por lo que entiende unas reglas de juego injustas, la sociedad que reclama también las mejores soluciones a sus problemas de salud, su realidad financiera y la realidad de sus piezas (profesionales a todos los niveles), que no terminan de entender el desarrollo de la partida ni quieren jugar el mismo juego que él. “Menuda papeleta”, que se suele decir.
El gobernante en este marco se ve obligado a limitar el acceso al medicamento de manera más o menos justa y justificada, cuestión que lleva a titulares como “El médico ya no prescribe”. Todo ello consciente de que una apertura de puertas supondría que los 2.500 MM de euros de diferencial de gasto farmacéutico entre gasto de 2010 y 2014 se quedan cortos para asumir el impacto de dicha decisión. El caso más mediático ha sido el de los medicamentos para el tratamiento de la hepatitis C, que se ha saldado, por el momento, con la nada despreciable cifra de 727 MM euros extra en gasto, lo que viene a ser lo mismo que, por ejemplo, la atención sanitaria de los habitantes de la ciudad Málaga durante un año entero. Pero no es el único. Es sólo la punta del iceberg pues hay muchos otros medicamentos que se dificulta su acceso, mediante normativas y un cuerpo de Inspectores revisando caso a caso, con limitaciones al acceso justificadas en algún caso y en otros no tanto.
La partida continúa, y no pinta bien para el decisor político, pues tendrá que saber hacer los movimientos adecuados y desde una visión estratégica para evitar que en España siga saliendo, en algunos estudios que circulan por ahí, como a la cola mundial del acceso a fármacos. Esperemos que sean pues buenos ajedrecistas, cuando además los otros jugadores, en su gran mayoría, aceptarían de buen grado dejar la partida en tablas y sumar esfuerzos. Y deseamos que no lleguen a pedir un “economista manco” como en su día lo hizo el Presidente norteamericano Harry S. Truman, por aquello de “In one hand and in another” (expresión similar a la nuestra “por un lado…pero por otro...”) No hay que olvidar nunca que toda decisión en economía puede tener efectos en diferentes direcciones.


Antonio Burgueño Jerez



lunes, 11 de febrero de 2013

NO ES SUFICIENTE AJUSTAR. HAY QUE TRANSFORMAR LAS ORGANIZACIONES SANITARIAS


Estamos en un momento donde se debaten cuales son las mejores medidas para poder recortar gastos. Sin entrar a valorar ni a juzgar las decisiones que se tomen, las cuales no son objeto de este blog, estamos en un momento donde se tienen que tomar medidas radicales de recortes de gastos pero simultanearlas con cambios radicales en la gestión de los recursos

Desde qué hace más de 20 años que se viene hablando y debatiendo sobre el problema de la sostenibilidad del sistema sanitario. Pero pocas soluciones reales se oyen, o no se departen sobre ellas.

Hoy en día ya casi nadie habla de sostenibilidad, ya se habla de viabilidad. Parece más correcto, en tanto en cuanto sostenibilidad parte de la base de aguantar lo que se tiene y viabilidad parece que se enfoca más hacia replanteárselo.

¿Porqué ir más allá?

- Porque tenemos un problema de ingresos. Y no sólo por el difícil momento actual. Un país que envejece como es el caso español, supone que incrementa la proporción de personas que deben contribuir a mantener un estado de bienestar y derechos sociales para todos.

- Porque la mal llamada insuficiencia financiera es, en realidad, una cuestión de escasez de medios, intrínseca a toda actividad humana. También debemos analizar el despilfarro en el que hemos caído en estos años.

- Porque las estructuras organizativas sanitarias están basadas en modelos industriales de principios del siglo XX.

- Porque el modelo de relaciones laborales no responde a las necesidades y deseos de los profesionales.

- Porque estamos confundiendo mejor sanidad con más recursos. Se ha perdido la cultura de escasez.

- Porque hemos obviado en muchas ocasiones la racionalidad en la construcción de infraestructuras, sobrantes en no pocas ocasiones. No se hacen planes en función de la demanda sino de la política.

- Porque se repercute la racionalidad del gasto tan solo a los directivos sanitarios, cuando deben estar involucrados todos los agentes, desde pacientes hasta celadores.

- Porque como pacientes hemos querido entender que la sanidad es gratis, y hacemos mal uso de ella.

- Porque no estamos a la altura profesional de las circunstancias, en general, obviamente.

- Porque estamos sufriendo reducción de la población, con cambios demográficos importantes que a medio plazo condicionan la planificación sanitaria.

- Porque seguimos en hospitales pensados para agudos, ante la realidad de la cronificación de las enfermedades

- Porque hay que trabajar más la prevención, en especial desde la escuela y en los centros de trabajo donde hay mucho camino por andar.

- Porque hay que integrar la investigación dentro de la labor sanitaria, y orientaría a resultados factibles y con retorno de la inversión.

- Poder que el clínico está perdiendo su legítimo protagonismo y liderazgo en la sanidad pero debe aprender a recuperarlo y utilizarlo adecuadamente.

- Porque debemos de romper clichés trasnochados de privada, publica. Es el viejo debate que estereotipa y clasifica y divide a las personas entre ricos y pobres, de derechas o de izquierdas. Es sólo una cuestión de prioridades, legitimas todas ellas, faltaría más. Es tan absurdo que hay gente que se gasta más en el seguro del coche que en una póliza de seguro privado, viejo argumento que se utiliza en la venta de seguros de salud.

Vivimos en organizaciones pensadas en el siglo xx, por Taylor. Decía que las empresas tenían que estar organizadas para que el obrero no tuviera que pensar. Pone toda la carga de la innovación y de la organización en la gerencia. Sus teorías datan de principios del siglo xx. ¡Más de 100 años! Sus teorías fueron claves para lograr una organización del trabajo industrial que permitió la implantación de la producción en cadena, necesaria para l suministrar productos y servicios a las masas que se agolpaban en las ciudades. Así para generar trabajo para las mismas.

Este planteamiento chirría enormemente con la realidad de la actividad sanitaria donde el obrero (si se me permite la expresión) es un profesional súper especializado, y tiene la capacidad y la obligación de decir cuál es el proceso asistencial que debe seguir el paciente. Capacidad que no tiene la gerencia.


Por todo lo anteriormente citado, debemos trasformar las organizaciones sanitarias al igual que la sociedad está en una transformación continua.
Tenemos que visualizar nuestro futuro inmediato, y caminar hacía la sanidad que queremos para nosotros, hacía el hospital que atienda nuestras necesidades, hacía los servicios y los esfuerzos concretos para conseguirlos, y volver a visualizar como se ha conseguido para seguir andando por el camino de la mejora continua, de la calidad, y de la viabilidad de la sanidad universal.
No hay otra fórmula, sin visión no lograremos la viabilidad de una sanidad universal y con la calidad que todos queremos. En estos momentos me acuerdo de aquello de los hermanos Marx "- ¿Dónde vamos? - No lo sé. - Pues acelera y terminemos con esto cuanto antes"

Francisco Álvarez, Miguel Rodríguez y Antonio Burgueño, Patronos de la Fundación Humanismo y Eficiencia en la Sanidad.

domingo, 14 de octubre de 2012

TIEMPOS DE CRISIS, TIEMPOS DE CAMBIO


Mediante la presente sugiero que esta crisis, por su intensidad y sobre todo por su duración,  supone el inicio de una nueva era, cuya principal característica es el cambio en sí mismo y la imposibilidad, no solo de predecir lo que va a ocurrir a corto plazo, sino incluso de analizar con profundidad lo sucedido y las causas que lo han motivado.

Con la sucesión de cambios nos mantenemos en un estado de perplejidad permanente que limita nuestra capacidad de adaptación, y entonces tiene lugar un nuevo episodio de cambio, que nos sitúa de nuevo en fase de repolarización.

Sir Ken Robinson afirma que lo que determina nuestra vida no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que sucede. Es momento de abandonar la idea de que estamos en un periodo de transición hacia un nuevo ciclo económico y ponernos manos a la obra, para identificar las claves que nos permitirán afrontar con éxito esta nueva era que ya ha comenzado.

En lo referente a la asistencia sanitaria, es necesario diseñar un nuevo sistema operativo que de soporte a las necesidades reales de nuestra población, que utilice recursos de nuestro tiempo y que consiga  satisfacer las expectativas crecientes, de  usuarios, profesionales  y proveedores de servicios sanitarios.

La nueva medicina debe mirar más hacia la prevención y la predicción que hacia la asistencia. La promoción efectiva de hábitos y estilos de vida saludables y el diagnóstico precoz de las enfermedades es la vía más prometedora para mejorar nuestros indicadores de salud y para hacer sostenible nuestro sistema sanitario. Es necesario que la población asuma un mayor grado de responsabilidad, incluso económica, en el mantenimiento de su estado de salud y en la adhesión a los programas de cribado poblacional de enfermedades ya que ello tiene una traducción directa en el coste del tratamiento de dichos procesos.

En este nuevo escenario de responsabilidad compartida, los centros sanitarios adquieren nuevas funciones distintas de la asistencial, una función docente como Escuelas de pacientes y una función social albergando reuniones con Asociaciones de pacientes obteniendo así la retroalimentación necesaria para asegurarnos de que ofrecemos a los usuarios lo que necesitan


La innovación debe ser el eje central del rediseño de la atención sanitaria. No se trata de reformar, es decir, mejorar los procedimientos existentes, sino de llevar a cabo una verdadera transformación, donde las tecnologías de la información, los nuevos medios de comunicación y la revolución  que ha supuesto la medicina basada en la evidencia optimicen las interacciones entre los usuarios y el sistema y entre los profesionales entre sí.


Los e-campus para pacientes, blogs, foros, comunicación vía Smartphones y otros procedimientos de telemedicina deben ser nuestra práctica asistencial diaria para facilitar al máximo la accesibilidad al sistema y minimizar la alteración de la esfera socio-laboral de los pacientes.


Los esfuerzos individuales han dejado de tener sentido en el siglo XXI. La asistencia sanitaria se basa cada vez más en la creación y la gestión de comunidades (unidades clínicas e institutos) que asumen la planificación individualizada del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades más prevalentes, optimizando los recursos existentes.

 Esta transversalidad debe ir unida a la asunción de responsabilidades en la gestión clínica por parte de los profesionales sanitarios, lo que sumado a  la redefinición de las funciones de los miembros de los equipos,  originará niveles más altos de compromiso con la atención sanitaria, y con la sostenibilidad y calidad de la propia Unidad Clínica  y la Institución.


El único camino posible es la excelencia, que debe dejar de ser la visión de las organizaciones para convertirse en la realidad asistencial diaria.  La redefinición de la relación médico-paciente y la formación en inteligencia emocional de nuestros profesionales es la base de la excelencia.

Debemos sacudirnos el desánimo y rescatar los valores de la bioética en un entorno de humanidad y empatía. Es una decisión personal, incluso de rebeldía en estos tiempos aprovechar cada acto médico para crecer como profesional y como persona, pero es una decisión que nos permite recibir mucho más de lo que entregamos gracias a una relación más sincera, cercana y humana a la vez que profesional con nuestros pacientes.


Dr.Lorenzo Rabadán Ruiz
Jefe Unidad de Mama Hospital de Torrejón