Mediante la presente
sugiero que esta crisis, por su intensidad y sobre todo por su duración, supone el inicio de una nueva era, cuya
principal característica es el cambio
en sí mismo y la imposibilidad, no solo de predecir lo que va a ocurrir a corto
plazo, sino incluso de analizar con profundidad lo sucedido y las causas que lo
han motivado.
Con
la sucesión de cambios nos mantenemos en un estado de perplejidad permanente
que limita nuestra capacidad de adaptación, y entonces tiene lugar un nuevo
episodio de cambio, que nos sitúa de nuevo en fase de repolarización.
Sir
Ken Robinson afirma que lo que determina nuestra vida no es lo que nos pasa,
sino lo que hacemos con lo que sucede. Es momento de abandonar la idea de que
estamos en un periodo de transición hacia un nuevo ciclo económico y ponernos manos
a la obra, para identificar las claves que nos permitirán afrontar con éxito esta
nueva era que ya ha comenzado.
En
lo referente a la asistencia sanitaria, es necesario diseñar un nuevo sistema
operativo que de soporte a las necesidades reales de nuestra población, que utilice
recursos de nuestro tiempo y que consiga satisfacer las expectativas crecientes,
de usuarios, profesionales y proveedores de servicios sanitarios.
La
nueva medicina debe mirar más hacia la prevención y la predicción que hacia la
asistencia. La promoción efectiva de hábitos y estilos de vida saludables y el
diagnóstico precoz de las enfermedades es la vía más prometedora para mejorar
nuestros indicadores de salud y para hacer sostenible nuestro sistema
sanitario. Es necesario que la población asuma un mayor grado de responsabilidad,
incluso económica, en el mantenimiento de su estado de salud y en la adhesión a
los programas de cribado poblacional de enfermedades ya que ello tiene una
traducción directa en el coste del tratamiento de dichos procesos.
En este nuevo escenario
de responsabilidad compartida, los centros sanitarios adquieren nuevas
funciones distintas de la asistencial, una función docente como Escuelas de
pacientes y una función social albergando reuniones con Asociaciones de
pacientes obteniendo así la retroalimentación necesaria para asegurarnos de que
ofrecemos a los usuarios lo que necesitan
La innovación debe ser
el eje central del rediseño de la atención sanitaria. No se trata de reformar,
es decir, mejorar los procedimientos existentes, sino de llevar a cabo una
verdadera transformación, donde las tecnologías de la información, los nuevos
medios de comunicación y la revolución
que ha supuesto la medicina basada en la evidencia optimicen las
interacciones entre los usuarios y el sistema y entre los profesionales entre
sí.
Los e-campus para
pacientes, blogs, foros, comunicación vía Smartphones y otros procedimientos de
telemedicina deben ser nuestra práctica asistencial diaria para facilitar al
máximo la accesibilidad al sistema y minimizar la alteración de la esfera
socio-laboral de los pacientes.
Los esfuerzos
individuales han dejado de tener sentido en el siglo XXI. La asistencia
sanitaria se basa cada vez más en la creación y la gestión de comunidades
(unidades clínicas e institutos) que asumen la planificación individualizada
del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades más prevalentes, optimizando
los recursos existentes.
Esta transversalidad debe ir unida a la
asunción de responsabilidades en la gestión clínica por parte de los
profesionales sanitarios, lo que sumado a la redefinición de las funciones de los
miembros de los equipos, originará
niveles más altos de compromiso con la atención sanitaria, y con la
sostenibilidad y calidad de la propia Unidad Clínica y la Institución.
El
único camino posible es la excelencia, que debe dejar de ser la visión de las
organizaciones para convertirse en la realidad asistencial diaria. La redefinición de la relación médico-paciente
y la formación en inteligencia emocional de nuestros profesionales es la base
de la excelencia.
Debemos sacudirnos el
desánimo y rescatar los valores de la bioética en un entorno de humanidad y
empatía. Es una decisión personal, incluso de rebeldía en estos tiempos aprovechar
cada acto médico para crecer como profesional y como persona, pero es una
decisión que nos permite recibir mucho más de lo que entregamos gracias a una
relación más sincera, cercana y humana a la vez que profesional con nuestros
pacientes.
Dr.Lorenzo Rabadán Ruiz
Jefe Unidad de Mama Hospital de Torrejón