En estos días nuestro blog cumple su primer año. Un año
donde cada domingo hemos ido escribiendo una pequeña reflexión con el ánimo que
fuera útil para los lectores. Lo que pega para celebrar el aniversario era
hacer un resumen de las ideas que hemos ido planteando. Sin embargo, me ha
parecido oportuno hacer una reflexión sobre un manuscrito que compre no hace
mucho del Ilustre D.Pedro Laín Entralgo. Fue escrito en 1971 con el título “Técnica
y Humanismo en la formación del hombre actual”. Nadie mejor que él puede
exponer y razonar porqué es tan importante lo que reflejamos en el nombre de
nuestra fundación: La importancia de no relegar el humanismo a un segundo plano en aras de una
tecnificación y deificación de la eficiencia.
Llevo muchos años estudiando y debatiendo sobre el
humanismo. Y con preocupación observo como el humanismo ha sido relegado a un
papel meramente estético en la sanidad, muy lejos del papel esencial que
debería tener, al menos la altura de a técnica. Mi opinión es que este es el
único camino posible, por lo que todo ello conlleva.
Destacamos pues las siguientes reflexiones:
¿Nos hemos convertido en simples miembros de una
sociedad en aras de la tecnificación y la eficiencia? ¿Hemos echado
definitivamente por la borda, como cosa envejecida e inútil ese tradicional
ingrediente de nuestra cultura que llamamos “formación humanista”. Nuestra
formación técnica suele carecer hoy en día de dicha componente formativa tan
imprescindible para el hombre.
La
formación técnica capacita a quien la recibe para saber hacer bien aquello
que versa. Exige saber con precisión “qué” es lo que se hace, “qué” son las
cosas con las cuales se hace, y “porqué” se hace aquello.
Complementariamente está la formación humanista:
Lo que uno como hombre es. Incluye filosofía,
historia, religión, arte, etc.
¿Cuál y cómo debe ser esa formación complementaria
a la técnica, que sin duda tanta carencia hay hoy? Vaticinio D. Pedro realiza.
Ambas formaciones son indispensables para el
logro del bienestar de la humanidad. Imposible sin la precia posesión de una
formación humanista.
Para Laín Entralgo hay que trabajar en dos
direcciones: por un lado lo que él denomina la cultura por extensión y, por
otro, el humanismo por intensión.
Humanismo por extensión
No son disciplinas particulares, ni propias de una técnica
concreta. Debe responder a una serie de preguntas.
¿En qué mundo vivo en tanto que hombre de este
tiempo? Situación histórica, creencias, esperanzas, tensiones, conflictos,
temores ideas rectoras de la vida y básicas visiones del mundo. Ejemplo:
“ambiente espiritual de nuestro tiempo”. Jaspers.
Haciendo mi vida en el mundo, ¿con qué me
encuentro?: con las cosas y con los demás hombres, lo que nos lleva a las
relaciones inter-individuos o inter-personales, tratando de entender los
diferentes grupos humanos, desde la familia, amigos, organizaciones para el
trabajo. En otras palabras, la humanidad en su conjunto. Sin olvidar indagar en
la intra-persona tanto la propia como la de los demás.
¿Qué soy yo en tanto que hombre? Procediendo a
una metódica descripción del hombre, en su doble aspecto de ser biológico y ser
personal: morfología, fisiología, psicología, antropológica, filosófica.
Para que yo sea el hombre que soy, ¿qué ha
tenido que pasarle a la especie humana? Empezando desde los orígenes a nuestro
tiempo.
Cuando se trata de cuestiones controvertidas
sólo una actitud mental puede ser universalmente válida: aquella en que el
expositor se hace lealmente cargo del pensamiento ajeno y se esfuerza por dar
razón suficiente de él, desde el que por sí mismo profesa.
Humanismo por intensión o en profundidad
¿Puede decirse que un técnico es en realidad un
hombre culto si no es capaz de llegar con cierto rigor intelectual desde su
técnica hasta la realidad humana de que esta brota?
Debería haber cinco preocupaciones:
Preocupación intelectual por el que de lo que se
hace.
Preocupación intelectual en torno al “para qué”
de lo que se hace, que ineludiblemente nos conduce a un para quien.
Preocupación intelectual por la historia de la
técnica en cuestión. Aristóteles ya escribió que el conocimiento de la génesis
de una cosa es condición necesaria para el conocimiento de su realidad.
Preocupación intelectual por la sucesiva
representación extra técnica de aquello que técnicamente se hace. Por ejemplo,
la medicina en la literatura, la economía en el arte, etc.
Preocupación intelectual por el modo cómo se
dijo antaño y se dice ahora lo que técnicamente se hace. Se pasa del mundo de
la pura técnica a la de la palabra. Llegamos con ello por el interés de la
etimología.
A través de cualquier técnica, buceando con la
inteligencia y la sensibilidad en lo más fundamental y radical de lo que ella
es, aquel que seria y vocacionalmente la cultive se asomara de manera
automática al dominio de la filosofía, de las ciencias antropológicas, de la
historia, de las artes plásticas y literarias, de la filología, etc.
Pocos estamentos siguen siendo tan fieles a la
mentalidad positivista y a la mentalidad técnico-profesional como el de los
nietos de Hipócrates. Debería instaurarse el estudio de la antropología médica
que es la filosofía de la medicina.
¿Agonía del humanismo?¿Para qué todo esto?
Para lograr ser plenamente hombres, incluido el
plano ético e intelectual
Para descubrir nuevos horizontes de su saber y
nuevos horizontes de investigación
Ramón y Cajal llegó a afirmar que “Mí citada
afición a los estudios filosóficos, que adquirió años después caracteres de
mayor seriedad, sin transformarse precisamente en pensador, contribuyo a
predecir en mi cierto estado de espíritu bastante propicio a la investigación
científica”.
“Temo sin embargo que estas reflexiones sean
vanas frente a la creciente marea universal del tecnicismo puro. Temo que ni
siquiera el ejemplo de los grandes creadores de la ciencia moderna sean eficaces.
Cualquier día de estos, ¿Oirá alguien decir una voz que diga: ¿Ha muerto el
humanismo? Pese a todo no puedo creerlo. Pero si así llega a suceder, yo
preferiré estar entonces muerto”.
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