Logo

Logo

domingo, 8 de abril de 2012

SOBRE VICENTE FERRER

En ocasiones, la vida nos ofrece oportunidades extraordinarias de conocer personas y realidades que nos permiten adquirir conciencia del largo camino que nos queda por recorrer para alcanzar el bien.

Yo tuve la suerte de conocer a Vicente Ferrer en el año 2001. El destino hizo que estuviera en Valencia buscando apoyo en el área de salud donde la Fundación ha desarrollado tantos proyectos. Y tuvimos la oportunidad de firmar un convenio de hermanamiento entre el Hospital de La Ribera y el Hospital de Bathalapalli, el último y más emblemático de los tres centros que la Fundación tenía ya en la provincia india de Anantapur (Kalyandurg, Kanecal y Bathalapalli).

Las palabras que dejó escritas en su firma en el libro de honor del Hospital de La Ribera, ya son en sí, una declaración y un aprendizaje de su humanismo y espíritu de cooperación:
“Los hijos de una madre no son hermanos. Lo son cuando se ayudan el uno al otro”.

Esta visita fue el comienzo de una relación que, en lo personal, me marcó profundamente y ha influido en mis valores y valoraciones de la vida, y en lo profesional, ha sido enormemente gratificante para todos los que en mayor o menor medida, participamos en proyectos de cooperación.

Estar viviendo en las instalaciones de la Fundación en La India, poder ayudar y aportar ideas, líneas de colaboración y estrategias para gestionar sus hospitales y el área de salud rural de la Fundación, fue un regalo del destino que no podré agradecer nunca lo suficiente.

Y profesionales del Hospital de La Ribera pasaron varios meses trabajando en el terreno junto a profesionales de los hospitales de la Fundación, principalmente con el de Bathalapalli, para poder plantear proyectos de colaboración concretos, homogeneizando procedimientos, formando al personal, colaborando en la priorización de necesidades para conseguir mayor impacto en la salud de la población con los recursos disponibles …. Fue una oportunidad única, y me gustaría reconocer la labor de todos los que ofrecieron sus conocimientos, su esfuerzo y sobre todo su tiempo, bien escaso y por ello muy valioso, a favor de esta causa tan hermosa.

En cuanto a los resultados obtenidos, están ahí y pueden valorarse, por lo que no me detendré demasiado. El propio  gobierno indio reconoció nuestra labor mediante un premio otorgado por la protocolización (higiene hospitalaria, y control de residuos).  Y se consiguió en la farmacia de los tres hospitales un ahorro superior a 500.000€ (con lo que esto supone en La India), elaborando una guía farmacoterapeútica moderna y adecuada a sus necesidades, y organizando la compra directa. Un ahorro que podía ser destinado a otros puntos de atención de la población y cubrir mejor sus carencias básicas.

Son algunas de las cosas en las que centramos nuestra cooperación. A cambio ellos a nosotros nos demostraron cuantas cosas superfluas ocupan y enmarañan nuestras vidas, con qué poco podemos ser felices y cuántas cosas se pueden mejorar con pocos medios pero un esfuerzo común y generoso. En definitiva, nosotros nos quejamos por el 5% que nos falta y ellos dan las gracias por el 5% que tienen.

Y el propio Vicente. Verle de cerca, poder hablar con él muchas horas explicándote sus reflexiones, pensamientos y proyectos, con su voz pausada y profunda. Y poder mirarle a los ojos, que transmitían paz y sabiduría y que parecían que radiografiaban tu cuerpo y tu alma. Ha sido una suerte que agradezco profundamente a Dios (al gran relojero de este mundo, como el lo llamaba), porque sé que no estaré nunca  más cerca del concepto de santidad, que en las ocasiones que estuve con Vicente Ferrer.

Aprendimos que de la fe y de la fortaleza de un solo hombre se había levantado una obra que no se puede describir con palabras. Hospitales, escuelas, centros de discapacitados, casas, pozos, red social rural y un larguísimo etcétera, es la obra de una vida y de un hombre que nos ha demostrado la verdadera potencia del ser humano cuando canaliza toda su fuerza en hacer el bien. Ese fue el mayor aprendizaje. Y nos enorgullece saber que el propio Vicente reconoció nuestra colaboración poniendo mi nombre (“sala Alberto de Rosa”) a la planta de hospitalización de traumatología masculina del Hospital. Algo tangible ha quedado de nuestro proyecto.

Tenemos que seguir luchando por la obra que empezó Vicente Ferrer, un español que vivió, amó y ayudó a la humanidad hasta el final de sus días. Algunos de los planes en los que nos pidió colaboración solo se esbozaron, su capacidad de trabajo y de visión de futuro dejó muchos proyectos marcándonos el camino por el que todos debemos seguir. Quiero que todos pensemos que un granito de arena en este caso sí que sirve para hacer enormes castillos de bien. Yo lo he visto. Y nuestro reto es conseguir que su obra continúe. Mi colaboración comenzó cuando dirigía el hospital de la Ribera y en mi actual dirección al frente del grupo Ribera Salud, sigo atento para contribuir en todo lo que pueda mejorar la salud de ese hermano de otra madre que consideramos unido por algo más grande que la sangre: el sueño de Vicente.

Alberto de Rosa. Director General. Ribera Salud grupo

domingo, 1 de abril de 2012

EL EFECTO PERVERSO DE LA SATISFACCIÓN DEL PACIENTE VS LA CONFIANZA COMO ESENCIA DE LA MEDICINA


En las últimas décadas, las organizaciones sanitarias han  apostado por gestionar la calidad de la asistencia sanitaria. Se inició un camino donde se aceptaron como buenos los diferentes modelos existentes y que estaban dando buenos resultados en otros sectores industriales. Que nadie se equivoque, soy firme defensor de la necesidad que tenemos en la sanidad de importar, si se me permite la expresión, know how de otros sectores so pena de pecar de endogámicos.

Lo cierto es que al importar modelos de calidad que han funcionado en otros sectores, una de las prácticas que se empezaron a realizar, fue la de conocer y medir cual era la opinión del paciente ante la experiencia de su proceso asistencial y sus factores determinantes.

Supuso sin duda un gran avance, pues se trataba de conocer cuál es el resultado del trabajo de las organizaciones sanitarias en general y, del trabajo asistencial en particular. Desde mi punto de vista el error esta en medir dicho resultado en términos de satisfacción del paciente y obviar que la atención clínica ya tenía su propio parámetro de medida: La  confianza. Esto es algo más que un mero juego semántico.

La satisfacción parte de la reflexión de que se deben superar las expectativas del paciente. Y esas expectativas, a medida que la sociedad dispone de más información y criterios, se han ido convirtiendo en más exigencias. En mi opinión, nos hemos equivocado en sustituir la confianza por la satisfacción. Las exigencias en este sector se traducen en más pruebas diagnosticas (por cierto, no hace tanto conocidas como pruebas complementarias), tratamientos farmacológicos, estancias innecesarias…). Incremento de gasto y dudosa mejora del resultado clínico. La pregunta es: ¿se pueden gestionar y regular las expectativas?¿Y si estamos por debajo??

Sin embargo, la confianza está en la esencia de la propia medicina: El objetivo del profesional es generar una relación de confianza con los pacientes, y se logra cuando se aúna conocimiento técnico y trato humano. Tal y como escribió el Dr. Laín Entralgo, “el profesional que cuenta con la confianza de su paciente es en sí mismo terapia, mucho antes del diagnóstico”. En palabras del Dr. Gracia, “La relación médico-paciente es un intercambio equilibrado entre valores (Humanismo) y hechos (Técnica). Los valores son la parte más importante del ser humano, y una gran parte del acto médico, cuanto menos al nivel de los hechos”.

Pero, ¿Qué entendemos por confianza? Desde nuestro punto de vista, la confianza es la consecuencia de un proceso continuo de percepción de algo o alguien consecuencia de unas conducta determinadas observadas por los demás y que puede ser influenciada por ideas previas. La conducta ética es la mejor de las conductas posibles, a la medida de la condición humana, la cual presenta un carácter natural que permite distinguir entre comportamientos naturalmente buenos y naturalmente malos.

Hago hincapié en el concepto de percepción. Guste o no, la confianza es una percepción subjetiva, lo que no implica que no sea trabajable y mejorable.

Pero, ¿cómo mejorar la confianza? Si queremos mejorar la confianza debemos desglosarla en áreas de intervención, entender sus condicionantes y trabajar las competencias y habilidades. Planteamos un modelo esquemático que en próximos post iremos desglosando y profundizando este planteamiento.


Antonio Burgueño Jerez @Burjerez
Patrono Fundación Pro Humanización y Eficiencia

domingo, 25 de marzo de 2012

LAS AGRESIONES A PROFESIONALES: SÓLO LA PUNTA DE LANZA DE UN GRAVE PROBLEMA DESDE EL PUNTO DE VISTA HUMANO Y SOCIAL

Hace unos días se publicaba un informe sobre la triste evolución de las agresiones a profesionales clínicos en nuestro país. La lectura del mismo me llevó a una reflexión: Las agresiones son solo la punta de lanza de una realidad social compleja. Hemos creado una sociedad donde, de manera predominante, los deseos han pasado a necesidad. Esto no es baladí. El psicólogo Rafael Santandreu lo explica muy bien en su libro “el arte de no amargarse la vida”. Los deseos no sólo son legítimos e intrínsecos al hombre, sino que además son el motivante de nuestras ilusiones, de nuestros retos. Pero cuando esos deseos pasan a necesidad la búsqueda de su consecución nos puede llegar a producir un sufrimiento por no tenerlo y nos modifica nuestro comportamiento.

Ahora la salud y la asistencia sanitaria que se busca para recuperarla es ya una necesidad, una exigencia que se refleja en la actitud y comportamiento consecuente cuando la persona acude a recibir esos servicios. Una actitud  que tiende más a cuestionar el proceso asistencial y, por ende, el acto clínico, más que confiar en los profesionales, todo ello partiendo de un desconocimiento de lo que realmente es bueno realmente para ellos. En esa relación, donde la información y el conocimiento cae del lado del profesional se hace vital  para que la relación funcione que el paciente confíe en el.

Es un hecho preocupante que las agresiones a profesionales aumente, dicen los diferentes estudios. Sin embargo, por graves que sean las mismas, lo realmente preocupante son el ingente número de agresiones verbales o actitudinales que cada día, como una gota malaya (que diría un amigo mío), viene minando la autoconfianza del profesional, que corre el riesgo de negativizar su percepción a todo paciente. Y condicionar con ello su trabajo y decisiones. Esto lo pude constatar en una formación a personal de admisión de una compañía de seguros. En todo el territorio nacional la estadística se repetía y, una vez más apareció el principio de Pareto: Entorno al 20% de los pacientes consumían alrededor del 80% de los recursos “mentales” de ese personal. Y todas las sesiones comenzaban igual…. “es que los pacientes son…”

¿Qué se puede hacer ante esto? Entiendo que la solución está en uno mismo (refuerzo continuo de la autoconfianza), y en el trabajo conjunto de los equipos de trabajo (confianza intragrupos) y en el desarrollo de habilidades de generación de confianza en la interrelación personal. El apoyo y trabajo al unísono y desarrollar habilidades para tratar con esas personas difíciles y, por otra parte, trabajar en generar sinergias y relaciones de confianza dentro del grupo es fundamental. Fundamental para afrontar los momentos difíciles que no existan sentimientos y actitudes negativas dentro de los propios integrantes de los servicios sanitarios, siendo el caso más extremo el mobbing, fenómeno que se produce en organizaciones sociales tan dispares como colegios, institutos, empresas, etc.

Se puede y se debe aprender a afrontar los momentos con pacientes difíciles y agresivos, mediante la mejora de habilidades de relaciones personales. Siempre partiendo de un trabajo interior de mejorar la autoconfianza. Sin autoconfianza difícilmente se transmitirá confianza en las relaciones interpersonales.

 Antonio Burgueño Jerez, Patrono Fundador y Dtor. Unidad de Desarrollo de Negocio y Calidad de Ribera Salud
Twiter: @burjerez
Email: burjerez@humanismoyeficiencia.org

jueves, 22 de marzo de 2012

INTELIGENCIA COMERCIAL Y VALOR DE MARCA EN LOS HOSPITALES DE HOY

Nadie se pregunta si somos seres sociales o no; lo somos. Mujeres y hombres con una personalidad diferenciada, con un carácter influenciado por el entorno, y temperamento heredado de nuestros padres. Somos personas que conviven, nos relacionamos y trabajamos para personas.

En los últimos años, han entrado en escena muchos nuevos hospitales, algunos con majestuosos diseños, otros donde destaca su funcionalidad, pero siempre centros sanitarios que aportan mayor proximidad a los ciudadanos del área de población. Son espacios de confianza que simulan municipios con la enorme influencia del director gerente, que en este caso sería una figura muy similar a la de un alcalde. Pasillos a modo de calles, el hall del hospital a modo de plaza del pueblo, e incluso algunos con comercios en su interior, reforzando el concepto pueblo entre los ciudadanos.

La observación es el punto de partida de cualquier investigación, y no debemos de centrarnos en conjeturas y juicios de valor, y sí conocer el modus vivendi del entorno, su cultura, su nivel de formación, sus tradiciones, su movilidad al hospital…

Debemos estar en su piel siendo dinámicos, reflexionando con ellos, enriqueciéndonos de todo lo que nos pueden enseñar y lo que podamos aportarles, sobre todo, nuestro conocimiento. Al fin y al cabo son nuestros clientes y no al revés, por eso nos exigen, valoran nuestro esfuerzo y esperan lo mejor de cada uno de nosotros. Es aquí donde aparecen dos conceptos que van ligados al trabajo y el aprendizaje del profesional sanitario, aunque en muchas ocasiones lo desconocen los propios trabajadores. La inteligencia comercial conociendo a nuestros pacientes, escuchándoles, atendiendo sus necesidades, gestionando nuestra relación de confianza con ellos. La ciudadanía muchas veces no sabe los impresionantes hospitales que tiene cerca de casa. No debemos responsabilizarles de ello porque en ocasiones somos responsables de que eso pase. La inteligencia comercial parte de lo más íntimo de cada profesional: cuando éste informe al paciente y sus familiares sobre su trabajo, sobre el hospital, al transmitir su orgullo de trabajar en él, etc.

Mostremos nuestra profesión, nuestro orgullo por lo que hacemos, por compartir experiencia con nuestros compañeros, por lo que representamos y la población y el entorno para el que trabajamos. Cada paso que demos marca a las personas, les transmite la esencia del valor de lo que hacemos. Las administraciones y las empresas construyen el edificio, lo equipan y establecen los parámetros y la cartera de servicios para su presente y futuro: nosotros aportamos valor, el valor de marca para día a día alcancemos el éxito, consumiendo información pero también generando contenidos.

Somos personas que trabajamos para personas.


Vicente Cervera
Comunicación y Marketing. Hospital de Torrejón.

lunes, 19 de marzo de 2012

EL HUMANISMO MEDIANTE LA CONFIANZA, CLAVE PARA EL FUTURO DE LA SANIDAD


EL HUMANISMO MEDIANTE LA CONFIANZA, CLAVE PARA EL FUTURO DE LA SANIDAD

Analizando la prestación del servicio sanitario en su evolución en los últimos años, podemos concluir que se ha producido un desplazamiento del humanismo sanitario a favor del factor técnico de la medicina. La medicina humanista se basa en la relación de confianza que debe existir entre el médico y su paciente, confiando en su saber clínico y su capacidad humana, ambas importantes en partes iguales. Actualmente estamos ante una medicina donde el peso recae sobre la tecnología, los tratamientos farmacológicos y la evidencia científica. Se ha desplazado, por tanto,  la confianza del profesional a los medios diagnósticos y terapéuticos.

Es obvio que lejos de producirse una merma en la calidad de los servicios, se ha realizado un esfuerzo a todos los niveles para incrementar la calidad del servicio prestado. La calidad de la asistencia sanitaria se ha enfocado y entendido como una calidad técnica (perfecto), y enfocada al paciente (bien) para lograr la satisfacción del mismo. Ahí está el error. Hemos abrazado la satisfacción del paciente como el gran paradigma del servicio sanitario, y, como su propia definición postula, paralelamente, hemos enseñado a los pacientes a exigir. Cuestión esta que se suma a  que la tolerancia al dolor y el miedo a perder la salud, ha llegado a un límite que poco se tarda en acudir a un profesional ante cualquier molestia. Y hemos puesto el paciente en una posición (subjetiva pero no por ello relevante) de dominio que condiciona ciertas decisiones. La satisfacción está muy lejos de medir la calidad humana de la medicina (concepto este relegado al olvido).¿No deberíamos medir la calidad en términos de confianza percibida? Estoy convencido de que sí.

Estudiando el humanismo en la sanidad a lo largo de la historia reciente, una de las principales conclusiones que se obtienen es que la confianza es el concepto clave, en tanto en cuanto, el logro y mantenimiento de la misma es la esencia, la base y el fin  de todo acto humano y, cómo no, de las relaciones humanas. Lograrla y mantenerla es indispensable en la relación médico-paciente (el médico que cuenta con la confianza de su paciente es, en si mismo terapia, decía Laín Entralgo), pero no lo es menos entre el resto de los profesionales que interactúan con los pacientes y profesionales y de las relaciones entre todos los profesionales.

Es necesario, en estos momentos, trabajar y gestionar hacia el humanismo en el proceso asistencial, a la par que los necesarios avances técnicos,  desde la gestión de la confianza del proceso asistencial, que debería conllevar devolver la misma a los profesionales y, con ello, avanzar en el uso racional y adecuado de los recursos sanitarios. La confianza es mejorable y, por tanto gestionable y medible, partiendo de comprender qué es y de que depende lograrla.

sábado, 17 de marzo de 2012

PRESENTACIÓN


Hoy presentamos públicamente la Fundación Pro Humanismo y Eficiencia. Este ilusionante proyecto es un paso más en el esfuerzo que venimos realizando con el fin de generar conocimiento y experiencias  e impulsar proyectos que permitan poner reflexionar y actuar sobre lo que entendemos es el factor menos ponderado del ejercicio profesional, aspecto esencial especialmente en la atención sanitaria

El impulso a la Fundación lo hemos dados tres profesionales. Alguien tenía que hacerlo. Pero entendemos que el éxito de la iniciativa es ir sumando profesionales, entidades y empresas al proyecto.  Y con ellos aportes de conocimiento y experiencias a todos los niveles.

El éxito de la Fundación, por tanto, es lograr la participación y que se convierta en un foro de encuentro y debate, donde se recojan opiniones, experiencias, logrando con ello crecer profesionalmente.

Pretendemos además divulgar el conocimiento en diferentes foros, propios o no, y apoyar a Instituciones públicas y privadas en la aplicación del humanismo.

Hoy empezamos la andadura con este blog, el cual pretende tener un carácter abierto, cuyo éxito está en que ilusione a los profesionales a seguirlo y a escribir en él, a enriquecerlo y a colaborar en los fines de la fundación que aquí reflejamos. Os invitamos a ello.

Contamos con la colaboración y aportación de los profesionales del sector y de todos aquellos interesados por los temas que aquí se desarrollen, haciéndose socios de la Fundación, ya sean instituciones,  empresas o particulares. Nosotros y nuestra secretaría está abierto a todos.


Francisco Alvarez Rodríguez

Antonio Burgueño Jerez

Miguel Rodríguez Pérez