(Publicado en Sanifax 04 noviembre 2013)
Nuevo mes y más de lo mismo. Los múltiples foros que para hablar del
sector proliferan en estas fechas siguen en debates cuyo contenido, salvo
excepciones, se repiten año a año: Gestión pública o privada, insuficiencia
financiera, innovaciones en uno u otro sentido…
Sin embargo, sería bueno un mayor debate sobre la
verdadera lacra para la viabilidad de nuestro sistema sanitario: La necesaria
adaptación organizativa y la racionalización de los recursos humanos. De su
correcta gestión depende tal vez el 75-80% del gasto. No sólo por lo que
cuestan las retribuciones, sino porque influyen con sus decisiones el buen uso
de los equipos, materiales y suministros.
La cuestión no es si la gestión debe ser pública o privada, El debate
debería ser la organización. Porque hay mucho que hacer en materia
organizativa, y hay muchas preguntas que resolver.
El análisis debe hacerse en profundidad. De manera
simbólica quisiera poner encima de la mesa un dato. Según las fuentes del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e igualdad, el gasto en remuneración
del personal en el sistema público ha aumentado casi en tres puntos
porcentuales sobre el total de la factura de sanidad entre 2002 y 2010.
No debería ser una cuestión de recortes. Es necesario abordar cambios
en la forma de organizarse las entidades sanitarias, Deben implantarse para
ello sistemas de gestión de recursos humanos que permitan alinear la fuerza de
trabajo, con las necesidades del entorno, los objetivos organizacionales, la
propia estructura organizativa, así como la tecnología necesaria. Y el
requisito indispensable es la flexibilidad, incompatible con las rigideces
propias de organizaciones burocratizadas, ya sean públicas o privadas.
Cyril
Northcote Parkinson, funcionario del Servicio Civil Británico, observó que
a medida que el Imperio Británico declinaba en importancia, el número de
empleados en la Oficina Colonial (Colonial Office) aumentaba. Realizó un
estudio en 1957 y anunció sus conclusiones a modo de leyes, las Leyes de
Parkinson, las cuales resumimos a continuación para la reflexión:
- Cualquier trabajo se expande hasta agotar el
tiempo destinado a que se haga.
- Los gastos aumentan hasta cubrir los ingresos.
- El número de personas que integran un grupo de
trabajo tiende a aumentar independientemente del trabajo que haya que realizar.
- Si existe una manera de retrasar una decisión
importante, una burocracia eficaz la encontrará.
- El aumento del total de funcionarios seria más o
menos el mismo si el volumen de trabajo aumentase, disminuyese, o incluso
desapareciese.
- Todo funcionario necesita multiplicar el número
de subordinados, no el de rivales.
- Los funcionarios se crean trabajo unos a otros.
- El tiempo dedicado a cualquier tema de la
agenda es inversamente proporcional a su importancia (ley de la trivialidad).
Hoy el “mantra” es la innovación. Y la misma es necesaria. Pero la
primera innovación que se necesita es la organizativa. Porque sin ella el resto
no tienen cabida, no son aplicables de manera racional. Todo ellos con el fin
de utilizar lo mejor posible los factores disponibles en cada momento.
No con ánimo de ser pesimista sino realista, lo más probable es que
“cualquier burocracia que se reorganiza para incrementar su eficiencia,
inmediatamente se hace indistinguible de su predecesora” (Ley de Soper).
Antonio Burgueño Jerez
burjerez@enclavesalud.es