El fin debe ser hacer a cada paciente lo que haya
que hacerle, y sólo lo que haya que hacerle. Este es un asunto crucial para
lograr la viabilidad de la sanidad tal y como la conocemos, cuyos valores
sociales todos defendemos. Si realmente le diéramos a cada paciente lo que
necesita, y sólo lo que necesita, estaríamos dando un paso crucial para evitar
hablar de “recortes”, pues se lograría ajustar los recursos y el esfuerzo
profesional a una demanda real. A modo de ejemplo, no conozco hospital donde la
RNM no se haya convertido en un cuello de botella y sufra de una
sobreutilización, algo que los clínicos no dudan en reconocer en “petit
comité”.
Cada vez que comento corro el
riesgo de ser tachado de idealista. Sin rechazar dicho apelativo que me honra,
pues sin ideales es muy difícil marcarse objetivos que supongan restos
personales, cabe apuntar que me creo que es posible avanzar en este camino toda
vez que no depende de grande decisiones políticas, sino del comportamiento y
actitud de cada uno de nosotros. Y cada vez que algún profesional, equipo u
organización actúa en esta dirección se está poniendo un granito de eficiencia
del sistema.
Si seguimos pensando que la
prescripción eficiente es una cuestión exclusiva de los facultativos clínicos
jamás avanzaremos, entre otras cosas es de una miopía preocupante. Es cierto
que él responsable final de la decisión es el clínico. Pero como toda decisión
viene condicionada o empujada por factores propios al mismo y por factores de
su entorno organizativo. Múltiples factores que dejan entrever lo complejidad
de la misma. Por no meternos en complejidades que se escapan de nuestras pretensiones,
nos centraremos en analizar los factores de cada organización sanitaria,
obviando consecuentemente cuestiones de política sanitaria.
Una prescripción eficiente
requiere de la necesaria confianza del paciente. Antiguamente era suficiente
con la relación médico-paciente, pero en la medicina actual esto es requisito
fundamental pero no único, ya que la misma va a venir condicionada por la
confianza que este otorgue en la organización y la que se haya ido generando a
lo largo del proceso asistencial.
La confianza permite que el
liderazgo de la relación y la asistencia esté en manos de los profesionales que
intervienen en todo el proceso organizacional. Sin ella sólo nos queda ir a “rebufo”
de las demandas del paciente, demandas no siempre (o casi nunca) son
racionales. Es lo que supondría pensar en la satisfacción.
La premisa de partida es que la
confianza del paciente debe generarse en todo el proceso asistencial,
entendiendo el mismo desde que se produce el síntoma hasta la resolución del
problema. Incluyendo por tanto desde el contacto telefónico (en su caso),
contacto con el personal de admisión… ¡Y
todo ello condiciona la toma de decisiones final de la prescripción!
¿Qué factores afectan a la
prescripción? En otras palabras, ¿Qué retos debe asumir una organización que
quiera mejorar realmente la eficiencia en la prescripción?
- Una cultura organizacional que
potencie la responsabilidad compartida de la prescripción. - Una formación del personal, que potencie las capacidades para afrontar decisiones manejando las habilidades personales necesarias para lograr la persuasión
- Trabajar la autoconfianza del facultativo, la cual se basa también en experiencias pasadas.
- Orientar el estilo de dirección de los diferentes niveles del staff directivo al apoyo del clínico.
- Potenciar el grado de trabajo en equipo y la confianza generada dentro del mismo.
- Política de comunicación de la organización, tanto interna y externa, que respalde y propicie la responsabilidad compartida en la prescripción
- Apoyo en la elaboración de algoritmos de decisión según sintomatología
- Incorporación de criterios humanistas en el proceso de toma de decisiones
- Propiciar debate de la mejora en la toma de decisiones.
- Valores personales y organizacionales
- Capacidad de persuasión para el seguimiento de las indicaciones
- Mayor colaboración entre los equipos y servicios
- Establecimiento de procesos y procedimientos
- Concienciación del problema en toda la organización
- Políticas organizacionales centradas más en la salud que en la asistencia
- Habilidades personales para el liderazgo de la relación y generación de sintonía con el paciente.
Como se suele decir, son todas
las que están, pero no están todas las que son. Invito a los lectores a
enriquecer esta reflexión.
Antonio Burgueño Jerez
Patrón de la Fundación Pro Humanización y Eficiencia