A nadie se le escapa, que la realidad sanitaria actual está
condicionada por el contexto económico y social de la cual es parte. Y, aunque
parezca “de Perogrullo” he entendido oportuno destacarlo. Y ojo, que no estoy
hablando de crisis, pues entiendo más oportuno hablar de la mayor escasez de
recursos, los cuales son siempre finitos.
Y, aunque a algunos les cueste mucho enlazar la sanidad con
la economía, la misma es humanista por definición. Ya a principios del siglo
XX, el economista Alfred Marshall describió la economía como “El estudio
de la humanidad en las actividades ordinarias de la vida”. Galbraith añadía que
el concepto clave de la economía es la “escasez, que no debe confundirse con
pobreza”. Esto es cierto, ya que los
deseos humanos son casi ilimitados y todas las sociedades tienen cantidades
limitadas de recursos. Y la prestación
sanitaria, pública o privada, no es
ajeno a ello, obviamente. El debate de la insuficiencia financiera de la sanidad
es, pues intrínseco a la misma, como actividad humana que es.
Por tanto, y desde el punto de vista de las decisiones
económicas, se toman millones de ellas diariamente en nuestra sanidad. Lo
hacemos todos, casi sin darnos cuenta. Y de nuestras decisiones depende la economía
sanitaria de nuestro país.
La salud económica de nuestra sanidad, en esencia, es la
resultante de la agregación de todas las decisiones y actuaciones de todos los
actores del sistema. En otras palabras, es la consecuencia de las conductas
individuales y colectivas en las diferentes situaciones y roles que jugamos. Todo
ello condicionado, a su vez, por las emociones, percepciones, reflexiones,
sentimientos, deseos, necesidades, nuestra propia historia... compleja cuestión
por tanto.
Esta realidad queda oculta tras una compleja jerga económica,
ya sea de la macroeconómica o de la propia de la gestión de las organizaciones.
La misma no deja de ser condicionantes que alejan a la población en general y a
los profesionales sanitarios en particular de una visión más sencilla y
realista y cotidiana de la economía.
En resumen, la sanidad la hacemos todos, cada uno en su
ámbito de responsabilidad, y todos juntos tenemos que ser capaces de hacer la
mejor sanidad posible con los recursos siempre escasos, y que enmarcan nuestras
decisiones. De ello depende la salud económica de nuestra sanidad. Y hay margen
para el debate, pero obviar ciertas realidades puede llevarnos a planteamientos,
cuanto menos poco realistas. No nos olvidemos. Teniendo esta premisa clara
estamos en condiciones de enriquecernos con el debate.
Antonio Burgueño Jerez
Patrono Fundación Pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad
Estimado Antonio
ResponderEliminarComo economista me gustaría añadir unas reflexiones. Primero utilizando una definición de Economía: Ciencia que estudia la asignación óptima de unos recursos escasos susceptibles de usos alternativos. Esta definición nos introduce en tu reflexión. Nuestra sociedad ha perdido la cultura de la escasez, nos hemos creido en los últimos años que tenemos de todo y de una forma ilimitada. Como continuación de lo anterior, hemos perdido los valores de compartir, ser mas humanos, y de la honradez y de la honestidad.
Nuestra sociedad no es sotenible y debemos ser mas eficientes y eficaces en todo lo que hacemos, trabajo y modo de vida. Creo que si pensamos mas en los que están pasándolo mal nos esforzariamos mas en mejorar.
Hay que huir de mensajes que lo simplifican todo y que nos llevan a discusiones retóricas, tenemos que hacer que la sociedad y, en especial todos los servicios sociales entre ellos la sanidad, sean eficientes y sostenibles.
Un abrazo
Me llevas al concepto de eficiencia basada en la escasez para la sostenibilidad de la sociedad actual. Bien visto.
ResponderEliminarUn abrazo
Queridos Francisco y Antonio,
ResponderEliminarLa economía que es una ciencia en sí misma, deberíamos utilizarla como mero "comodity" en la vida de los humanos, y de esta manera prestigiarla y humanizarla hasta el extremo de convertirla en un alto valor, y con mucha humildad.
Parece que al final, he dejado una frase, pero con el ánimo de decir algo y no de simplificar las cosas.
Un abrazo, Miguel R