(Publicado en Sanifax, lunes 6 de octubre 2014)
Primer
lunes de mes y ya en unas semanas empezaremos a oír hablar de la navidad. Este
mes las noticias han sido un poco más de lo mismo. Destacable sin duda la
creación del Registro de Profesionales, así como el anuncio de la Plataforma de
Innovación Sanitaria por parte de Ana Mato. Este mes se publicaba en algunos
medios que España es uno de los países europeos con menos camas por habitante:
3,1 por mil habitantes frente a una media de 5,2 en la UE. Es una noticia
recurrente que año a año se viene produciendo, cada vez que se actualiza el
dato.
Al margen
que hay que hacer un análisis más profundo, me congratulo por este dato. En
primer lugar porque la valoración de una infraestructura sanitaria no debe
basarse en el número de camas, si no en la capacidad resolutiva de la misma.
Entre otras cosas porque aspectos como la potenciación de la cirugía
ambulatoria, la aplicación de técnicas quirúrgicas menos invasivas que reducen
las estancias medias, la potenciación de la hospitalización a domicilio, entre
otras cuestiones, vienen, por la vía de la eficiencia, a reducir las necesidad
de camas.
Es
decir, presumimos de uno de los mejores sistemas sanitarios y cuando se publica
un dato que así lo corrobora, tendemos a darle la vuelta para negativizarlo
bajo el paradigma de que lo que hace la media es lo óptimo.
Aun
así hay margen para seguir mejorando. A ver si es posible que los próximos años
sigamos más distantes de la media. Aunque como eso depende también de lo que
hagan los demás, trabajemos para que nuestro dato siga siendo mejor. Si
analizamos los datos que el Ministerio de Sanidad publica en su web, vemos que
para resolver la actividad sanitaria (en cuanto a hospitalización se refiere)
hay mucho margen para la mejora. Y eso no es malo en esencia: lo malo es el
conformismo y no pensar como darle otra vuelta más para seguir mejorando día a día,
lo cual es la base de la mejora contínua.
Cierto
que hay mucha variabilidad de camas por mil habitantes entre las diferentes
Comunidades Autónomas, cuestión esta que nos suscita un debate más profundo que
no es objeto de esta tribuna, pero que a modo de reflexión me ha parecido
oportuno ponerlo encima de la mesa.
El
sistema sanitario requiere de un uso eficiente de los recursos para su
sostenibilidad. No podemos permitirnos despilfarros. El presidente de la
Fundación Economía y Salud afirmaba este mes que se puede ahorrar un 20% en
sanidad por la vía de la eficiencia. No puedo estar más de acuerdo, pues así lo
venimos afirmando desde el dibujo del modelo Alzira allá por los años 90.
Se
debe hacer, por tanto, un riguroso análisis de las necesidades reales de todo
tipo de infraestructuras sanitarias. Ahora que parece que estamos entrando en
otro escenario económico vuelven a oírse hablar de la construcción de nuevos
hospitales. Es una buena noticia, siempre y cuando sea necesario en una zona
determinada o se trate de una sustitución de infraestructuras antiguas e
ineficientes. Pero no volvamos a la locura constructora. A título de ejemplo,
el Gobierno de Castilla La Mancha ya está licitando el Nuevo Hospital de Toledo
(Una necesidad imperiosa pues supone el traslado de un hospital que se quedó
obsoleto hace mucho tiempo), en Teruel ya quieren poner la primera piedra del
nuevo hospital, etc.
Veinte
años atrás, cuando alguno empezábamos en este complejo pero apasionante mundo
de la gestión sanitaria, un planificador no se planteaba hacer un hospital para
menos de 200.000 habitantes. Hemos vivido que se vienen haciendo para 100.000 o
menos. Pero ese es otro debate.
Antonio Burgueño Jerez
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