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domingo, 27 de enero de 2013

LA MIOPÍA DE LAS LISTAS DE ESPERA QUIRÚRGICA COMO INDICADOR DE CAPACIDAD DE RESPUESTA DE UNA ORGANIZACIÓN SANITARIA

Es habitual encontrar en la prensa información y debate sobre las listas de espera quirúrgica. Dichos datos se han convertido en el dato estrella para medir la eficiencia de un sistema sanitario. Desde mi punto de vista el dato de la lista de espera quirúrgica está sobrevalorado.

En primer lugar, porque  no todos los procesos asistenciales se resuelven con cirugía. Y, en segundo lugar, y lo más relevante, es que, desde el punto de vista del paciente, lo que realmente importa es el tiempo que se tarda desde que tiene una molestia, un síntoma hasta que este es resuelto. Entiéndase resuelto como curado en el caso de que eso sea posible, encauzado en el caso de procesos crónicos o, en última instancia, establecidos y practicados los cuidados adecuados en caso de no poder solucionar el problema.
Lo importante es, por tanto, la agilidad en la resolución de los problemas de los pacientes en todas y cada una de las áreas asistenciales. Agilidad y buen hacer, evidentemente, tanto a nivel técnico como humano.
Es decir, la suma de los tiempos de atención en ambulatorio más los de consultas, pruebas, pre operatorios, etc, es el dato que realmente preocupa al paciente. En otras palabras, hay que poner el acento en el proceso asistencial del paciente completo. Desde qué llama o acude a un centro sanitario, ya sea en atención primaria, urgencias u otras posibles entradas.
Aunque el proceso asistencial a seguir por el paciente es consecuencia directa, entre otras cosas,  de la eficiencia de las decisiones clínicas que lo van determinando, su eficiencia viene determinada por la de los diferentes procesos organizativos. El recorrido que cada paciente realiza por el sistema sanitario en general, y de la organización sanitaria en particular, su itinerario  asistencial, si se me permite la expresión, no es, en última instancia una decisión de él, sino de los diferentes clínicos que actúan a modo de guías asistenciales.
Pero el clínico, como buen guía, tiene una función que consiste, nada más y nada menos, que en marcar el camino a seguir. Para lograr que ese tránsito sea en el tiempo adecuado, hay que hacer un trabajo en la organización de los procesos organizativos del centro sanitario, en combinación y coordinación con otras instituciones que intervienen en el proceso del paciente.

En otras palabras y cogiendo un símil para poder entendernos, hay que dibujar el “mapa del metro” (proceso general de la organización), con sus “líneas” bien definidas,  con sus correspondientes “estaciones” (áreas asistenciales) así como el funcionamiento de cada una de ellas (por ejemplo, urgencias) y de los puntos críticos en cada uno de ellos (por ejemplo, triaje) 




Mediante este ejercicio podremos saber y trabajar en la eficiencia de cada punto del proceso asistencial. Y no sólo en cuestión de tiempos, si no de requisitos de calidad en un amplio sentido, llegando al detalle de procedimientos e instrucciones necesarias para el buen funcionamiento del servicio.

Dibujar un proceso no es solamente el dibujo de un flujograma.  Hay que desarrollarlo con todos sus atributos muy claros. Fundamentalmente:

  • Responsable
  • Indicadores de eficiencia (Tiempos, costes…) Estándares. Registros existentes
  • RRHH (Numero, productividad…)
  • Recursos (económicos, materiales…)
  • Actividad y capacidad.
  • Identificación Profesionales Involucrados
  • Normativa
  • Entradas
  • Salidas
Realizando este ejercicio lograremos orientar las organizaciones sanitarias al paciente y sus necesidades, que nos son otras que poder confiar en los profesionales a los que acuden por un problema de salud, tanto por su saber hacer técnico, humano y agilidad en la resolución global de sus inquietudes en lo que a su salud se refiere.

Antonio Burgueño Jerez
Patrono Fundación Pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad

1 comentario:

  1. Estimado Antonio,

    Por tu acertada reflexión, es evidente la importancia de la orientación al paciente por parte de toda la estructura sanitaria.
    Es igualmente importante, que el paciente sienta que eso es así, por lo que la confianza toma una especial relevancia.
    Debemos aspirar, -como en otros ámbitos de la vida-, a tener una relación paciente-sanitario basada en valores.

    Un abrazo, Miguel R

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