(Publicado en Sanifax 5 de mayo de 2014)
Durante la llamada "marea blanca" que se desarrolló en el 2013 a raíz del proyecto de externalización de seis hospitales en la Comunidad de Madrid, y en el marco de intentar demonizar todo lo que estaba cercano o dentro del Gobierno, se puso de moda hablar de la puerta giratoria, haciendo alusión al término inglés "revolving door" que los anglosajones habían inventado para describir al movimiento de altos cargos del sector público al sector privado y viceversa.
Durante la llamada "marea blanca" que se desarrolló en el 2013 a raíz del proyecto de externalización de seis hospitales en la Comunidad de Madrid, y en el marco de intentar demonizar todo lo que estaba cercano o dentro del Gobierno, se puso de moda hablar de la puerta giratoria, haciendo alusión al término inglés "revolving door" que los anglosajones habían inventado para describir al movimiento de altos cargos del sector público al sector privado y viceversa.
Ese movimiento, al contrario de lo que se ha querido dar a
entender, no es malo en esencia, sino más bien todo lo contrario, y además es
un derecho. Me explico.
Es un ejercicio sano que la Administración pública pueda
incorporar profesionales de la gestión empresarial para aprovechar su
conocimiento y experiencia. No en vano, como en alguna ocasión he referido, la
ciencia de la gestión, el management por tanto, ha nutrido históricamente a la
administración de las metodologías y conocimientos propias de la misma. Y este
papel del management, importante en todo momento, se hace mayor si cabe en momentos
difíciles, en los momentos más críticos. Así lo explicaba Peter Drucker ya en
los años 70, haciendo referencia a lo acontecido desde la segunda guerra
mundial, ni más ni menos. Está lejos de ser un fenómeno nuevo por tanto. Por
otro lado, la experiencia en lo público
aporta conocimiento al mundo empresarial para poder orientar mejor sus
estrategias y políticas empresariales, algo esto fundamental se tenga intereses
legítimos en la contratación pública o no.
Por otra parte es un derecho. Es un derecho de los
profesionales dedicar un tiempo de su vida profesional a servir a los demás,
que eso es la política en esencia. Y viceversa, un profesional dedicado a la
política tiene derecho a pasarse al campo privado a ejercer su actividad
profesional. Y, lógicamente, van a tender a hacerlo en campos próximos a su
actividad anterior, en tanto en cuanto es la experiencia anterior la que se
valora para el acceso a uno u otro puesto.
Lo que no se puede es demonizar este fenómeno per sé, porque
“pudiera ocurrir” o “porque se presupone mala fe” a aquel que coge este camino
en su camino profesional. Lo que no se
puede es, actuando con mala fe (en este caso sí) o desde la ignorancia, colocar
el "sambenito" de delincuente a todo aquel que coge la puerta
giratoria.
Ahora bien, como pasa en todo en la vida puede que algún
individuo actúe, no sé si al margen de la ley (según casos), pero seguro al
margen de la moral y la ética (más importante que la ley desde mi punto de
vista) y utilicen un cargo público para beneficiar a terceros con los cuales
mantiene intereses o tiene intención de mantenerlos en el futuro. Y se verá que
omito el tiempo pasado "ha mantenido", en tanto en cuanto esa
relación anterior no presupone por sí misma un conflicto de interés o inmoralidad
como así se ha querido dar a entender. Pongamos un ejemplo futbolístico que
siempre suele aclarar más: Supongamos que el Atlético de Madrid se juegue la
liga ante el Barcelona en el Camp Nou en las próximas semanas. ¿Alguien en su
sano juicio pensaría, a priori, que David Villa no defenderá su camiseta actual
como acostumbra porque su anterior relación con el Barcelona le supone unos
intereses extraños? No tiene lógica pre juzgarle, salvo que se haga o bien
desde la ignorancia o con mala fe, insisto.
Apoyemos la enriquecedora práctica de la puerta giratoria,
vigilemos que se haga desde la ausencia de conflictos de interés y desde la
ética, y condenemos enérgicamente a aquellos que no lo hagan así, pero no
caigamos en el error de aceptar generalizaciones siempre injustas y casi
siempre mal intencionadas. Por cierto: beneficiar y utilizar a empresas desde
lo público es, por desgracia, práctica que ejercen algunos que no tiene
intención de dejar lo público, ya sea político o funcionario. Y el que tenga
alguna duda que repase la prensa. Y me niego a generalizar para no ser injusto
y mal intencionado.
Un matiz más: no voy a entrar intencionadamente en los
casos que dieron lugar a que el concepto de puerta giratoria se pusiera de
moda, invito a que cada cual haga el ejercicio de reflexionarlos objetivamente,
sin estereotipos, generalizaciones y malicia. Con eso me conformo. Por mi
parte, nunca se sabe, pero no descarto a priori, en algún momento de mi vida
profesional, coger el camino de la puerta giratoria y dedicar un periodo de mi
vida a la cosa pública.
Antonio Burgueño Jerez
Pues sí, sería fantástico que la puerta giratoria fuera bidireccional: hemos visto demasiados que llegan a lo público para privatizarlo o para favorecer a sus antiguas empresas con concursos millonarios (Villa no cobra del Atleti, que yo sepa), muy pocos que valoren lo público y pretendan mejorarlo con la experiencia adquirida de la privada. Sería estupenda la vocación de servicio si no fuera porque actualmente la política parece la actividad con más ánimo de lucro del país, no hay más que leer las portadas de los periódicos: los de la vocación de servicio metiendo la mano en la bolsa, desde todos los partidos y todos los ámbitos.
ResponderEliminarSi de verdad es una vocación de servicio, endurezcamos las incompatibilidades para confirmar que nadie lo hace por afán de lucro. Yo podría estar ganando mucho más en la privada pero sigo en la pública, sin conflicto de intereses: eso es la vocación de servicio.
Esta es mi opinión, desde la hartura que me produce la corrupción generalizada y la destrucción de la sanidad pública que solo beneficia a algunos.
Un saludo.
Pues discrepo sin ninguna duda. Aun suponiendo buena fe por parte de todos (lo que, a estas alturas, rayaría con la simpleza o la estupidez), forma parte de la condición humana el deseo de favorecer a los amigos, a los compañeros -actuales o pasados- y, desde luego, a aquellos a los que se está agradecido. De ahí al intercambio de favores, si es necesario con dinero y servicios públicos, no hay ni un paso. Y puesto que es humano y la mayoría lo entendemos, es imprescindible que haya normas claras que lo prohiban, permitan detectarlo y lo castiguen, para evitar que intereses humanos particulares parasiten y exploten aquello que es interés y propiedad de todos.
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