(Tribuna El
Primer Lunes… Sanifax 2 de noviembre 2015)
Otro nuevo lunes primero de mes y
otro mes que pasa de este convulso 2015. Como suele pasar los octubres y
noviembres suelen venir plagados de actos, decisiones o actuaciones que los
hacen muy interesantes. Un tanto cargado para los medios de comunicación. Tanto
es así que en este medio, es la sección “avispero” (la última en orden documental
pero de las primeras a la hora de leer el Sanifax…reconozcámoslo…), se pedía
aquello de “¡¡¡organización!!”. Propongo un comité organizador de agendas para
actos en el sector de la sanidad…ahí lo dejo.
Hemos leído este mes que aumenta
la demanda de asistencia sanitaria, los médicos en pie de guerra aprovechando
que el Guadiana pasa por las elecciones, las enfermería buscando un nuevo marco
de actuación y un modelo diferente de organización, centrado en la cuestión de
la prescripción (desde mi punto de vista no es el tema más crítico ni la
cuestión clave)… y con la guerra montada también contra un gobierno que estaba
entre la espada y la pared en el asunto de la prescripción enfermera.
Aunque quizás entre lo más
trascendente que ha acontecido se encuentre el acuerdo al que han llegado los
partidos políticos de la Asamblea de la Comunidad de Madrid para legislar la
profesionalización de la gestión sanitaria. Lo meritorio es que además es a
propuesta de la oposición. Me congratulo por ello, consciente de que lo ocurrido
es sólo el principio, pues queda mucho por ver y mucho por desgranar,
obviamente Pero hay un principio de remar todos juntos hacia un fin que la
unanimidad de la Asamblea lo ve prioritario.
Y me congratulo también porque no
podemos seguir presenciando como los gestores de nuestras organizaciones
sanitarias dependen del color de los votos para seguir o no ejerciendo su
trabajo, desperdiciándose toda la experiencia acumulada.
Porque la función directiva es un
puesto esencialmente técnico que requiere de unos conocimientos, disciplinas y
habilidades que están englobados en lo que se puede denominar las ciencias
empresariales, o del management (¡Qué admirable habilidad tienen los
anglosajones para decir mucho con pocas palabras!), que son las que se aplican
en la gestión de las organizaciones sanitarias, con independencia de su
titularidad pública o privada.
Hechas las merecidas alabanzas al
hecho permítanme empezar a pensar en la letra pequeña… o al menos no tan gruesa.
Y de esa reflexión surgen los primeros interrogantes: ¿Cuáles van a ser los criterios
objetivos que determinen cual es el mejor gestor?¿Van a ser los mismos para
todos los tipos de centros?¿Se van a considerar factores básicos de un buen
gestor como son sus habilidades (liderazgo, gestión de equipos, delegación,
comunicación interpersonal.. y un largo etc)?¿Cómo se refleja esto en una
ley?¿Va a seguir manteniéndose ligar la posibilidad de ser director a tener
algún tipo de formación universitaria muy concreta?¿Y a ser funcionario de
carrera?¿Y qué va a pasar con los
gestores actuales?¿tendrán que pasar revalida?. Y si hablamos de mayor independencia de
gestión, ¿es posible en el marco legislativo actual? ¿Habrá que modificar otras
normativas para poder hacerlo efectivo?...
No me gustaría se me entendiera
esta reflexión desde el negativismo por puntualizar la complejidad de las
múltiples aristas que el reto de la profesionalización supone. Quiero por ello insistir
en mi felicitación por la iniciativa y por el consenso en la Asamblea de Madrid.
Y deseo que continúe cuando se llegue a la letra pequeña. Es mucho presupuesto
el que se gestiona desde un despacho de un directivo de una organización
sanitaria, con una responsabilidad altísima sobre miles de profesionales en los
hospitales más grandes (cientos en los más pequeños), con la responsabilidad
última de la asistencia que se le presta a miles de ciudadanos… y todo por una
contraprestación económica que dista mucho de ser proporcional a ello.
Una recomendación si se me
permite para despejar interrogantes y seguir avanzando todos en la misma
dirección: pregunten a los equipos directivos. Les puedo asegurar que hay
bastante quorum en lo que debe hacerse, con independencia de los colores
políticos, porque la gestión de los centros sanitarios no lo tiene. Con
seguridad también se congratulan de esta apuesta, y estarán tan ilusionados
como expectantes a que estas incógnitas se vayan despejando. Y que de paso,
como se suele decir, que cunda el ejemplo.
Antonio Burgueño Jerez