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viernes, 9 de octubre de 2015

TEMPERATURAS QUE NO BAJAN Y EL INEVITABLE FRENTE TORMENTOSO DE LOS PROFESIONALES EN LA SANIDAD PÚBLICA

Otro nuevo lunes primero de mes y ya el verano queda muy lejos, no tanto por la temperatura climatológica, que desciende progresivamente, sino por la temperatura política. Se sostiene a unos niveles elevadísimos con nubarrones ya cercanos que nos van dejando tormentas intermitentes y muy intensas.

Si nos centramos en el mapa político-sanitario la cosa no pinta mejor. Si bien se percibe cierta “calma chicha” desde que parece que la tendencia es a que las cosas no cambien en esencia. Parece que las grandes reformas para la sostenibilidad del sistema ya no son tan urgentes porque una mejora económica conlleva el aumento de los ingresos públicos y, con ello, algo más de presupuesto para sanidad. Mientras que estamos en estas, un jarro de agua fría en formato informe: la OCDE avisa que el modelo sanitario actual es insostenible.

Desde que empecé en este lío de la sanidad a principios de los años 90, el debate sobre la “insuficiencia financiera” era ya un clásico. Cuestión está que sigo sin entender, pues los recursos siempre escasos (limitados si se prefiere) es, precisamente, la razón de ser de la gestión de cualquier actividad. Salvo que la misma no requiera de dinero, y no se me ocurre ninguna…

Me quiero centrar en uno de los motivos por los que entiendo que el sistema aguanta el tirón: Los profesionales sanitarios. Nuestro sistema funciona bien en lo que atención sanitaria se refiere por muchos motivos, y a la vez es insostenible por otros muchos. Dando la vuelta a la reflexión, el mismo va aguantando el tirón porque, entre otras muchas cuestiones, los profesionales, principal coste del sistema, vienen aceptando menores ingresos a cambio de mayor estabilidad laboral, tal vez una plaza de por vida. Y en ese marco, de mayor o menor satisfacción personal, se aguanta porque lo que se obtiene compensa lo que se da… o lo que se sacrifica. Esta cuestión es fundamental porque las decisiones personales son la base de la economía. Pero cuando lo que se recibe no es lo esperado, es decir, el sacrificio del menor ingreso no compensa porque se esfuma la estabilidad laboral ni existe un marco profesional de desarrollo satisfactorio, la cosa cambia.

En esta reflexión se enmarca algunas cuestione que venimos leyendo este mes: se avanza hacia el Decreto Ley que permite la prescripción de la enfermería y los médicos se enfadan, a su vez estos rompen con el Ministerio porque no cumplen unas legítimas demandas que, de aceptarse, difícilmente se podría sostener el sistema, aluvión de cambio de cargos en hospitales como consecuencia del cambio de Gobiernos Autonómicos, etc.

Entrando un poco más en detalle en el tema de la enfermería, que es una pieza clave para que las cosas funciones en la atención al paciente, el colectivo busca dibujar un papel diferente que se supedite cada vez menos a la labor del médico y tenga su propia identidad. Para lograrlo debe encontrar su modelo, y caminar hacia él, rompiendo paradigmas y mirando hacia el futuro, cuestión esta que difícilmente se realizará en un modelo sanitario que no termina de soltar rémoras del pasado. Porque los mismos profesionales irónicamente luchan porque así sea. Un galimatías de difícil solución (que no imposible) que me disculpen si no lo he reflejado con claridad, pues tampoco yo termino de entenderlo. Es más, cada vez entiendo menos. Encaja aquí otro galimatías, esta vez lingüístico: Creía saber lo que no sabía, hasta que descubres que ni eso”.

Esperemos a que escampe. Mientras tanto recomiendo un buen paraguas, a refugiarse si es posible, y esperar a ver que nos depara este mes. De momento en la Fundación Economía y Salud vamos a debatir este asunto en Alicante durante un par de días este mes. Se me antoja interesante y constructivo. Con seguridad “lo que no se” será un poco menos después.

Antonio Burgueño Jerez




lunes, 7 de septiembre de 2015

LA APUESTA POR EL HUMANISMO DESDE LOS GOBIERNOS AUTONÓMICOS. MI REFLEXIÓN AL RESPECTO

(Tribuna "El primer lunes..") publicada en Sanifax, 7 de septiembre de 2015)

Recibo hace unas semanas, con un doble sentimiento de alegría y preocupación, la noticia de que los Gobiernos de dos Comunidades Autónomas queridas por mí, Madrid y Castilla la Mancha, han decido darle al Humanismo carácter de Dirección General. Al margen del nombre del cargo en cuestión, han decidido apostar por el humanismo. Sabia decisión, en tanto en cuanto la medicina actual compagina las mayores cotas de eficacia de toda la historia de la humanidad en el tratamiento de las enfermedades y sus consecuencias. Y, sin embargo, se desarrolla en una sociedad en la que la queja mayor es la deshumanización. Extraña paradoja.. o no tanto.

Quien me conoce sabe que soy un humanista convencido, impulsor de proyectos en este marco, formador cuando me dejan, estudioso del tema cuando puedo y escritor sobre el mismo, cuando puedo también. Y saben que lo hago desde hace ya cerca de 20 años.

Mi condición de gestor, como gusta denominarse a quien trabaja en la búsqueda de crear organizaciones sanitarias eficientes y lo más confiables posible para quienes las integran y para quienes reciben sus servicios, me hace tener un acercamiento al humanismo desde la búsqueda del entendimiento de la labor del clínico y de la realidad del paciente. Visión esta humanista que parte del entendimiento del otro. Entiendo que es la única manera para lograr determinar el objetivo de una organización sanitaria y el camino a seguir y, sobre todo, la forma de hacerlo.

Dicho esto no hace falta explicar más porque me alegro de dichas decisiones, pero si he de profundidad en la otra parte de mi reflexión: en el porqué de mi preocupación.
Hay conceptos que de tanto usarse se van vaciando de contenido. Y el humanismo es, sin duda uno de esos casos. Salvo para pequeños grupos de profesionales, cada vez que se habla de este concepto para referirnos del trato al paciente más cercano, basado en la amabilidad (simplificando para no extenderme en demasía). Visión que lo convierte en la guinda del pastel, en un adorno. Y no es que eso no sea importante. Es que es fundamental. Pero eso, en mi opinión, es insuficiente, pues es simplemente educación o respeto a los semejantes.

La Academia de Medicina Francesa tiene una frase muy descriptiva que reproduzco por su interés: “El humanismo no es una virtud que deba aplicarse sobrepuesta a la medicina. Le es consustancial. La medicina debe constituir un modelo de humanismo para nuestros tiempos”.

Ya decía Gregorio Marañón, que el humanismo es una actitud ante la vida. Coincido con él. El humanismo es una forma de entender y guiar nuestro comportamiento, el cual debe reflejarse en todo lo que hacemos: Es lo que denominé en su momento como "humanismo cotidiano", porque hunde sus raíces en los valores humanos, los cuales son la esencia de nuestra forma de pensar y actuar y, por tanto, la clave de toda actuación del ser humano. Son condicionantes personales que, junto a la personalidad, conductas, actitudes y sentimientos y emociones conforman nuestra esencia como personas.

Pero es otro de los grandes exponentes del humanismo en nuestro país, D. Pedro Laín Entralgo quien “pone el dedo en la llaga”. Afirmaba, y en pocas palabras, que el buen médico es aquel que genera confianza en su paciente, y que para lograrlo era imprescindible que compaginara a partes iguales saber técnico y saber humanista. Con permiso de D. Pedro, extiéndase dicha reflexión al conjunto de profesionales que hacen posible la prestación de servicios sanitarios y se podrá hablar entonces de organizaciones humanistas.

No es fácil lograrlo, pero se puede avanzar hacia ello mediante el conocimiento y metodologías propias de la gestión empresarial, que también se aplican con mayor o menor dificultad en organizaciones públicas, evidentemente. Y muy importante, destiérrese el concepto satisfacción para medir el efecto de nuestro trabajo y retómese el concepto confianza. También para medir la realidad y compromiso de los profesionales con sus organizaciones. Entonces estaremos acercándonos a un concepto humanista más enriquecido, y con repercusión en la eficiencia de la sanidad, sin duda. Y digo acercándonos, porqué aún tiene mayor riqueza que lo que se reflexiona en estas líneas.

Esta forma de entender el humanismo está alcanzando mayores cotas de desarrollo fuera de nuestras fronteras que dentro, bajo la premisa de la necesidad de aplicar técnica y humanismo en la labor de atención a las personas, especialmente si están enfermas. Por todo ello, me congratulo cada vez que surge una iniciativa humanista en este país, cuna de grandes humanistas médicos.


Antonio Burgueño Jerez


jueves, 9 de julio de 2015

CAMBIOS DE GOBIERNOS Y LA OPORTUNIDAD DE DESPOLITIZAR LA DIRECCION DE LOS CENTROS SANITARIOS. Una reflexión desde “el posibilismo”, no desde el “idealismo”

(Publicado en Sanifax 6 junio 2015)

Otro primer lunes de mes, y esta vez poco queda de lo mismo, al menos en el ámbito político. Después de los convulsos resultados de las elecciones municipales y autonómicas este mes se ha ido aclarando la foto de quien gobierna donde y con quien. Y en cascada vamos conociendo los nombres de los nuevos responsables autonómicos de sanidad. Siguiendo ese efecto cascada, ahora estamos pendientes, además de algunos consejeros, de los nombres que ocuparán cargos en las diferentes Viceconsejerías y Direcciones Generales.
Hasta ahí todo muy normal y muy correcto, o incorrecto, según se mire. No entro en ello. Lo que me preocupa y pongo el acento en ello, es el que se vuelva a cometer el error de cambios de equipos directivos tan sólo por razones de color político. Tentación en la que no debe caerse, como bien decía Joaquin Estevez, Presidente de SEDISA.
Dirigir un centro sanitario no es cuestión baladí y al margen de presupuestos millonarios que se manejan, hay algo mucho más delicado que es la salud de los pacientes, o mejor dicho, el buen curar de los pacientes, o al menos el bien mejorar, si es que el curar no está en nuestras manos.
Porque la tarea del profesional clínico está muy condiciona por la organización en la que desarrolla su trabajo. Una organización que le permita ser eficiente y que le permita trabajar, entre otras cosas, con la máxima seguridad hacia el paciente. Cuestión esta imposible sin una implicación de la dirección.
Soy el primer defensor de la necesidad de ir metiendo sabia nueva en la dirección de entidades sanitarias, pero no por meras cuestiones políticas, ni de edad, ni de tiempo en el cargo. Más bien las renovaciones deben serlo por desempeño y valía. Porque la dirección de los centros sanitarios es una función esencialmente técnica. Algunos me dirán que siempre que ha habido cambios de color político se han cambiado los directores de los centros sanitarios, pero sin duda estamos ante una oportunidad de hacer las cosas bien. Porque si no corremos el riesgo de pasarnos otros 20 años, al menos, debatiendo sobre la necesaria despolitización de la gestión sanitaria.
En estos momentos, en los centros sanitarios de este país hay muy buenos, buenos, malos y mediocres directivos. “De todo como en botica” y como en todo colectivo que se precie. Como no he hecho un estudio serio no pongo porcentajes, que cada cual haga su reflexión. Pero lo que si es cierto es que no existe (como en tantas cosas) una metodología para la selección de equipos directivos. De momento no tenemos un perfil competencial, ni un perfil de evolución de una carrera que garantice que el candidato tiene la experiencia necesaria para la responsabilidad a asumir.
Estamos estancados en el debate si un médico debe ser el director o no, si nos sorprendemos porque la enfermería asuma tareas de dirección o si ponemos a profesionales de la gestión (Licenciados en Ciencias empresariales y de la dirección) en dicho cargo. O planteamos colocar en dicho puesto a un ingeniero. Reivindico esta cuestión por interés propio, pues tal vez mi condición de licenciado en ciencias empresariales no me permita entender que relación directa tiene la medicina, y su amplio conocimiento para sanar, con los conocimientos y habilidades necesarios para dirigir un centro. Una cosa es curar pacientes y otra cosa es dirigir el centro sanitario. Requiere de habilidades y conocimientos diferentes. Lo que no quita que individuos puedan tener los conocimientos y habilidades para desempeñar ambas tareas. Pero eso no puede derivar en una correspondencia biunívoca.
Creo compartir este diagnóstico con la gran mayoría de los lectores, pero no voy a cometer el tradicional error de quedarme ahí. Pues la pregunta del millón es “cómo”. No soy partidario de afirmaciones conformistas del tipo “ya está todo inventado”, pero en este caso sí que hay un conocimiento y método que los profesionales de la selección de directivos aplican (también para la contratación de directivos en el sector privado). Básicamente es esencial: conocer bien la organización; definir las funciones y tareas y competencia principales del puesto; definición del perfil del candidato; establecer una estrategia de búsqueda; investigación; evaluación y entrevistas, selección de una terna; selección definitiva y seguimiento inicial. Y cada paso requiere su técnica y su saber hacer. Total nada. Todo muy lejos del cambio por el color político y las consecuentes incorporaciones principalmente por el mismo motivo, aunque en segundo plano también se puedan tener en consideración otros criterios.
Es momento de cambio, de hacer las cosas diferentes, de hacerlas mejor. No sólo los gobiernos que han cambiado. Hágase extensivo a todo el ámbito público.
Como miembro de la junta directiva de NUGESAN dejo aquí el testigo, por si quiere ser recogido, y para todos aquellos que quieran recogerlo. Cuestionarse como hacer las cosas para mejorar es el mensaje esencial de NUGESAN (Nueva Gestión Sanitaria) y su razón de ser. 

Antonio Burgueño Jerez

lunes, 11 de mayo de 2015

HUYENDO DE LO NEGATIVO TAMBIÉN EN LA POLÍTICA Y ANTE LAS ELECCIONES QUE SE APROXIMAN: BUSCANDO UN "PUNTO Y ADELANTE"

(Publicado en Sanifax 4 de mayo de 2015)

Otro lunes primero de mes. Las novedades hay que buscarlas en lo político, pues a nadie se le escapa que los acontecimientos de abril están ya en clave electoral. Una locura informativa para convencernos de a quien es mejor votar. O a cual no votar, por el cruce de acusaciones que “aburren al más pintao”. Lo llaman el juego democrático. Pues vale.
No voy a entrar en valorar a los políticos ni de uno ni de otro lado. Prefiero girar el objetivo y mirar hacia la sociedad, hacia todos los que la constituimos. Habitualmente les pedimos a los decisores políticos que solucionen nuestros problemas, les acusamos de creárnoslos, les atribuimos en definitiva un poder en nuestras vidas que ni creo que lo quieran ni creo que sea objetivo.
Como sociedad vivimos en una cultura que aceptamos como bueno conceder a terceros el poder de decidir nuestro propio futuro. Y no hay nada más tremendo que eso. Quizás pueda existir en nuestra cultura un cierto aire de conformismo que nos hace comportarnos en una línea que nos impide tomar decisiones que se salgan de la línea marcada.
Vivimos en una sociedad que mira más hacia afuera que hacia adentro de nosotros mismos, que minusvalora el esfuerzo individual por superarse uno mismo y crecer con cada dificultad a la que nos enfrentamos, porque huimos de los problemas y con ello de los retos, esperando que los problemas los resuelvan los demás. Porque tendemos a escoger el camino más fácil aunque sea el que menos nos aporte. Contradictoriamente el camino difícil suele ser el que más nos hace crecer como individuos y el más ilusionante. Minusvaloramos la ilusión y los sentimientos y los ponemos por debajo del factor económico en nuestras vidas. Sueldos, incentivos económicos… lo que nos hace personas se ha relativizado hasta pasar a un segundo plano en lo profesional.
Vivimos en una sociedad que ensalza lo negativo, y lo político tal vez sea el máximo exponente, pero no es exclusivo de ello. Me viene a la memoria el libro” grandeza para cada día“  de Stephen R.Covey. Para el autor, no debemos dejar que el ruido de una minoría ahogue el bien que nos rodea. Porque lo negativo destaca y centra nuestra atención mucho más que lo positivo, así lo afirman, entre otros, Daniel Khaneman, psicólogo premio Nobel de Economía. Llega a afirmar que nuestro cerebro está preparado, como el de los animales, por un instinto de supervivencia, para detectar con rapidez las amenazas y lo negativo, y con ello poder reaccionar. Es por ello que tendemos a destacar siempre lo negativo de las circunstancias y de las personas.
A veces tiene que ocurrirnos un golpe duro en la vida para poner un punto y final o un punto y seguido. O un punto y adelante, como escribía brillantemente mi amiga Gemma Cobos: “En la vida, como en la costura, siempre hay que echar "un punto y adelante". De esta forma cada instante se transforma en algo nuevo creado por uno mismo. Poder observar como tus ideas se plasman en algo material dando el producto deseado, hace que uno mismo se sienta desarrollado y orgulloso de lo que está creando”
La mejora y el cambio empiezan por uno mismo. "Todo el mundo piensa en cambiar la humanidad, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. Tal vez tenga que ser un revés en la vida la que nos centra en lo mucho positivo que tenemos dentro y de lo que nos rodea. Que nos hace ver que el sentirse bien con uno mismo aumenta nuestra auto confianza, y que es desde ahí y no al contrario lo que nos lleva a generar confianza y positivismo a nuestro alrededor, logrando así cambios positivos en lo que nos rodea. De vivir con ilusión y de generar ilusión…a los que me quiera acusar de idealista les digo que aciertan, porque cuando no tienes ideales aceptas que los demás, políticos o no, dirijan nuestras vidas. Votemos cada cual lo que crea que debe, pero pensando en lo que supone el rol del político, y no atribuyéndoles más responsabilidades ni más protagonismo en nuestras vidas que el que objetivamente tienen.

Antonio Burgueño Jerez



viernes, 24 de abril de 2015

El Modelo HCRIM de medición del Sistema de Gestión de Riesgos Asistenciales para la Seguridad al Paciente

Es esencial abordar la gestión de riesgos asistenciales y, por tanto, la seguridad al paciente desde una óptica de centro sanitario como sistema organizativo y desde una visión sistema de gestión para la seguridad al paciente. Y debe partir de una evaluación que nos aporte un diagnóstico cuantificado de cada uno de sus componentes, lo que facilitará la priorización de la toma de decisiones en este aspecto..

Bajo ese prisma y desde la visión del proceso paciente, en Enclave Salud iniciamos el proyecto Galton para el análisis y mejora de la gestión del sistema de gestión de riesgos asistenciales y la seguridad al paciente.

Y de ahí nace la herramienta de evaluación HCRIM, necesaria para poder proceder a una evaluación cuantificada de los sistemas de gestión de riesgos sanitarios que los hospitales desarrollan, tanto en el ámbito público como en el privado.




Parte de la visión del proceso paciente que lleva a identificar 15 subprocesos que habitualmente se conocen como áreas hospitalarias (consultas, urgencias, etc). En cada uno se han identificado los fallos potenciales así como 8 factores a nivel general del centro, y se le han contrapuesto más de 530 barreras para reducción del riesgo.

Los factores de riesgo se han ponderado para dar un valor máximo de riesgo que se contrarresta con los valores asignados a cada barrera que se aplica.


De esta manera se obtiene un resultado unificado, susceptible de ser analizado por áreas o por tipos de medidas, riesgos, entre otras posibilidades. Se convierte en una guía de priorización de acciones a realizar en un campo tan fundamental como es el de la calidad asistencial. Iremos desarrollando estos y otros planteamientos así como poniendo encima de la mesa elementos para el debate.



martes, 7 de abril de 2015

La difícil “partida de ajedrez” de la cuestión de los tratamientos farmacéuticos: Una visión personal, obviamente

(Publicado en Sanifax, 6 de abril 2015)

Otro lunes más y este especial por ser la vuelta de vacaciones de Semana Santa para algunos y para otros día festivo aún, según el punto geográfico donde cada uno tenga su sede laboral. Esta circunstancia invita más a una reflexión trimestral que a una mensual, a la par que mirando hacia el futuro, dado que las elecciones están al caer.
Se mire como se mire está el tiempo complicado. Hay un frente inestable que no termina de irse y se junta con unos nubarrones que se aproximan y que, aunque habrá algún momento de claridad, las tormentas van a ser la tónica general.
Habrá que leerse con detalle las propuestas que en materia sanitaria nos hagan desde el variopinto conjunto de los partidos políticos para afrontar el temporal, sin mucha esperanza de que alguien escriba la realidad de lo que hay, salvo si el objetivo sea el suicidio electoral.
Porque la realidad es tozuda y se empeña en demostrarnos una y otra vez que el camino que seguimos para organizar y gestionar la sanidad pública nos lleva a un abismo financiero algo paliado por la mejora de las cuentas públicas y de la economía en general. Hay avances, sin duda, pero se me antojan insuficientes. Por eso lo que en su día se llamó recortes deberían ser traducidos a medidas de eficiencia organizativa y de gestión, pensando ya no en el corto plazo, pero por lo menos en el medio.
Soy consciente que decirlo es fácil, y hacerlo algo más complejo, por no decir “casi” imposible. Como profesional independiente que presta sus servicios en diferentes tipos de organizaciones y que eso me permite tener una visión amplia (sesgada siempre, pero amplia), es muy desolador observar que ideas, proyectos, innovaciones tecnológicas, etc, no se aplican por la rigidez de un sistema que no admite los cambios que deben realizarse. O al menos al ritmo que se debería.
Caso especial merece el asunto farmacéutico, y que es un buen ejemplo de la compleja realidad a la que nos enfrentamos. Cuando hace ya unos años se tomó la decisión de “apretar” a la industria farmacéutica en cuestión de precios, y a los profesionales en la racionalidad en la emisión de recetas, se consiguió un primer impacto de una importante baja del gasto en esta materia, lográndose aliviar el problema financiero. Sin embargo, el gasto farmacéutico hospitalario nunca dejó de crecer.
Desde una visión más amplia, se viene observando además un cambio de tendencia desde el 2013 donde el gasto farmacéutico por recetas vuelve a repuntar levemente y las previsiones dicen que seguirá la tendencia. Pues la industria farmacéutica, que vio mermado un negocio, se reinventa y busca legitimas oportunidades de negocio y, como si se tratara de una partida de ajedrez, hacen su siguiente movimiento: a la par que recurren los precios de referencia del Sistema Nacional de Salud, han potenciado la venta de productos que denominan “Consumer Health Care” y han venido apostado por el desarrollo de moléculas de alto coste para patologías muy específicas, que les viene a crear un problema social y financiero a los gobiernos. Y les deja pensando el siguiente movimiento.
A este respecto la OMS ha publicado un informe recientemente que advierte que los precios de referencia de los medicamentos pueden retrasar la comercialización y aumentar los costes de medicamentos innovadores.
Para el gobernante este marco no le deja más que un movimiento de defensa, pues se ve atrapado entre las presiones de la industria por lo que entiende unas reglas de juego injustas, la sociedad que reclama también las mejores soluciones a sus problemas de salud, su realidad financiera y la realidad de sus piezas (profesionales a todos los niveles), que no terminan de entender el desarrollo de la partida ni quieren jugar el mismo juego que él. “Menuda papeleta”, que se suele decir.
El gobernante en este marco se ve obligado a limitar el acceso al medicamento de manera más o menos justa y justificada, cuestión que lleva a titulares como “El médico ya no prescribe”. Todo ello consciente de que una apertura de puertas supondría que los 2.500 MM de euros de diferencial de gasto farmacéutico entre gasto de 2010 y 2014 se quedan cortos para asumir el impacto de dicha decisión. El caso más mediático ha sido el de los medicamentos para el tratamiento de la hepatitis C, que se ha saldado, por el momento, con la nada despreciable cifra de 727 MM euros extra en gasto, lo que viene a ser lo mismo que, por ejemplo, la atención sanitaria de los habitantes de la ciudad Málaga durante un año entero. Pero no es el único. Es sólo la punta del iceberg pues hay muchos otros medicamentos que se dificulta su acceso, mediante normativas y un cuerpo de Inspectores revisando caso a caso, con limitaciones al acceso justificadas en algún caso y en otros no tanto.
La partida continúa, y no pinta bien para el decisor político, pues tendrá que saber hacer los movimientos adecuados y desde una visión estratégica para evitar que en España siga saliendo, en algunos estudios que circulan por ahí, como a la cola mundial del acceso a fármacos. Esperemos que sean pues buenos ajedrecistas, cuando además los otros jugadores, en su gran mayoría, aceptarían de buen grado dejar la partida en tablas y sumar esfuerzos. Y deseamos que no lleguen a pedir un “economista manco” como en su día lo hizo el Presidente norteamericano Harry S. Truman, por aquello de “In one hand and in another” (expresión similar a la nuestra “por un lado…pero por otro...”) No hay que olvidar nunca que toda decisión en economía puede tener efectos en diferentes direcciones.


Antonio Burgueño Jerez



martes, 3 de marzo de 2015

LA GESTION Y TRATAMIENTO DEL ENFERMO CRONICO: UN PUNTO DE VISTA HUMANISTA

(Publicado en Sanifax 2 de marzo 2015)

Otro lunes primero de mes y más de lo mismo. Con pocas variaciones la verdad, más con la vista puesta en el festival electoral que tenemos por delante que otra cosa. Este mes quiero destacar la jornada que sobre las enfermedades crónicas hemos celebrado en NUGESAN en el Hospital de Fuenlabrada, y que este medio ha dado amplia cobertura, cosa que como miembro de la Junta Directiva de dicha asociación, y aprovechando esta tribuna, quiero agradecer públicamente.

Después de escuchar las interesantes ponencias, y después de los enriquecedores debates, mi conclusión es que la cosa va, que se hacen esfuerzos por orientarnos y gestionar los pacientes crónicos, pero tal vez por la rigidez del sistema (por sus normas y sobre todo por sus costumbres) vayamos demasiado despacio y sobre todo sin un camino claro. Que tenemos unos objetivos muy altos y que quizás los pasos para llegar deben ser más cortos, pero también más rápidos. Hablamos de integrar estructuras cuando lograr una efectiva coordinación ya es un logro importante.

No voy a entrar de lleno en el tema pues necesitaría un número especial de Sanifax y algo más. Y mucho se escribe ya sobre el tema. Pero si quería puntualizar una cuestión: Se habló mucho, y se habla, de la participación del paciente. Obvio, sin su voluntad y esfuerzo poco se puede avanzar. Percibo que se habla de él con cierta frialdad, como un ente sin alma al que hay que enseñar a tratar mejor su cuerpo para no enfermar o cuidarlo mejor para cuidar su enfermedad, sin pararnos a considerar su realidad social, sus sentimientos, sus preocupaciones, que condicionan su forma de afrontar su enfermedad en caso de que caiga en ella.

No digo que los clínicos no lo hagan, pues me consta que su sensibilidad hacia este tema es mayor que la que se reflejan en los planteamientos organizativos y de gestión. Es necesario considerar en el diseño de la gestión de la enfermedad la gestión del factor emocional en las enfermedades crónicas. Ayudar al desafío mental y emocional de encajar una merma progresiva de salud de la cual muchas veces no hay cura, reducir incertidumbres asociadas a la enfermedad, apoyarle en los cambios en los estilos de vida, adaptarse a limitaciones físicas, en el esfuerzo de disminuirlas, en momentos que los sentimientos negativos llegan por progresos lentos o tal vez empeoramientos, requieren de tener las estructuras y los equipos adecuados. De no hacerlo todo aquello del empoderamiento del paciente y todo esfuerzo clínico que se quiera hacer, no voy a decir que sea inútil, pero seguro que no todo lo productivo que deberían ser.

No nos olvidemos pues de la parte humana en la gestión de los pacientes crónicos. De apoyar al ser humano entendiéndolo como persona enferma, comprendiendo su realidad y su entorno. Seamos humanistas desde la propia gestión y pongámoslo en el eje de las decisiones. “El humanismo no es una virtud que deba aplicarse sobrepuesta a la medicina. Le es consustancial. La medicina debe constituir un modelo de humanismo para nuestros tiempos”… se puede leer en la web de la Real Academia de Medicina Francesa.

La medicina actual compagina las mayores cotas de eficacia de toda la historia de la humanidad en el tratamiento de las enfermedades y sus consecuencias. Y aun así se desarrolla en una sociedad en la que la queja mayor es la deshumanización. Extraña paradoja…o no tanto. Cualquier planteamiento de mejora que se haga no debe olvidarse de esta cuestión, si quiere de verdad dar respuesta y estar legitimada ante la sociedad en general y de las personas enfermas en particular, sobre todo si la enfermedad es, tal vez, para toda la vida…o crónica como la solemos denominar.



Antonio Burgueño Jerez