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domingo, 20 de julio de 2014

NO DEJES DE IMAGINAR....

Mi buen amigo Carlos:

Leo con interés tu brillante artículo publicado en “Redacción Médica” titulado “Imagino” y me veo en la necesidad de responderte, como síntoma de lo mucho que me ha gustado.
Comparto el contenido, lo que imaginas. Pero sobre todo me ha gustado porque en un mundo pragmático, conformista, donde todo tiene que ser evidenciado y donde frases tan duras como “todo está inventado”, “no vamos a inventar la rueda” (y otras parecidas) pretenden acabar de un plumazo con la ilusión: la ilusión que se lee tras tus palabras y que te llevan a imaginar.
Porque imaginas, amigo Carlos, te levantas todos los días con un motivante mayor que sólo superar las innumerables dificultades que tu trabajo actual conlleva. Prefieres levantar la cabeza y miras más allá, marcándote objetivos más ambiciosos.
Me decía un amigo de la industria farmacéutica, que su padre siempre decía que el emprendedor siempre tiene que visualizar en su cabeza lo que quiere lograr, y  luego dibujar el camino para lograrlo. Debería hacerlo en mi opinión todo aquel que se pone al frente de una Institución. Por eso suele ser incomprendido no en pocas ocasiones, pues el pragmatismo reinante es incompatible con visualizaciones.
Imaginas, como alguien imaginó que llegaría el día que habría un ordenador en cada casa y los popes de la industria, ejecutivos muy bien pagados, pensaron que estaba loco. Si, hablo de Steve Jobs (Apple) y de los ejecutivos de IBM. Mira donde está cada empresa ahora. Imagina, como el que imaginó en su momento que todo el mundo usaría teléfono móvil, o anteriormente que las personas podrían hablar a largas distancias… y así podríamos seguir infinitamente. Porque detrás de cada avance, hay alguien que imagina, que sueña, que se ilusiona, que no se conforma con salvar los problemas diarios. Y cada uno en nuestro día a día podemos dar pasitos, que a veces son grandes pasos, para que lo que imaginamos sea realidad. Hace falta inconformistas que visualicen, que imaginen.
Porque imaginar conlleva inconformismo e inevitablemente crítica a lo establecido. Sé que eso no está bien visto amigo mío en el conjunto de la sociedad, pero vuelve a ser un problema de miopía como lo anterior. Gregorio Marañón, en su libro “la medicina y nuestro tiempo”, escribía textualmente “No conozco otro modo de extirpar un defecto o vicio que declararlo y ponerlo sobre la mesa de disección de la sinceridad”. Era un tremendo crítico de su profesión porque la amaba y su afán era mejorarla día a día y no caer en el cómodo conformismo.
Sirvan estas líneas para animarte a seguir imaginando, y con ello dibujando un futuro bueno para todos, sueños que compartimos, dicho sea de paso. No dejes de imaginar, porque con ello llega la monotonía, la miopía y el “más de lo mismo”.
Antonio Burgueño Jerez

domingo, 13 de julio de 2014

IMAGINAR PARA EVITAR LA MIOPÍA


Me gusta leer y oír las reflexiones de Carlos. Esta me ha gustado porque deja entrever a un visionario, dicho sea en los mejores de los sentidos, porque se cae en una miopía que no nos deja ver más allá que el cortísimo plazo. Este artículo me inspira una reflexión que en los próximos días será una entrada en este blog. Gracias Carlos por hacer extensiva tu colaboración en Redacción Médica a este blog.

Antonio Burgueño Jerez

IMAGINO

Por Carlos Alberto Arenas, gestor sanitario y vocal de Sedisa.

Publicado en Redacción Médica, Miércoles 9 de Julio

Imagino una sociedad donde a los niños desde pequeños se les enseña lo que es sano, que no aprenden que sólo existe el sabor dulce. Donde ya no somos el mayor reservorio de obesidad infantil de Europa sino el menor.Imagino que cuando se hacen adolescentes fumar no es guay, ni te hace interesante, sino más bien te hace parecer tonto. Y que nuestro porcentaje de fumadores es mejor que en Escandinavia.Imagino que en ellos se crea el hábito del ejercicio físico, mucho al aire libre, que les acompaña durante toda la vida.Imagino que cuando alguien se pone enfermo hay un médico con una visión integral e integradora que orquesta el proceso asistencial. Que evita el encarnizamiento terapéutico y tiene en cuenta las preferencias del paciente. Que evita duplicidades, pruebas inútiles, hospitalizaciones innecesarias y efectos adversos por exceso de medicación o interacciones medicamentosas.Imagino un médico que aconseja y evita la enfermedad o el empeoramiento de la misma a través de hábitos y estilos de vida, mejor que con sólo pastillas, y pacientes sensibles y concienciados con sus consejos.Imagino que cuando tratan a un paciente, los distintos especialistas se ponen de acuerdo entre sí para seguir una vía de acción que permita integrar todo el proceso, evitar duplicidades, desplazamientos innecesarios, demoras, infinidad de visitas y revisitas, consejos y tratamientos discrepantes, cuando no enfrentamientos entre los propios profesionales por el paciente.Imagino una atención en la que se aproveche los conocimientos y capacidades de todos los colectivos. En el cual los cuidados sean importantes y sanadores, sobre todo a domicilio y ambulatoriamente, con la enfermería con mayor capacidad de decisión y manejo de recursos en todo el ámbito sociosanitario.Imagino una atención más eficaz contra la cronicidad, en la cual el domicilio y la atención a distancia, el diagnóstico y tratamiento social, y la ayuda de trabajadores sociales y psicólogos, rehabilitadores y fisioterapeutas coordinados con el médico de familia del paciente adquieren gran relevancia.Imagino una sociedad más sana, más social, donde haya menos riesgos de depresión y ansiedad, y que estas se superen más mejorando la capacitación personal que tomado pastillas.Imagino que, llegado el momento de partir, la gente muere en su casa rodeada de los suyos, y de amor, atendidos para no sentir dolor. Donde pueden despedirse del mundo manteniendo la lucidez y la dignidad, sin estar en una cama aislados, inconscientes y con tubos y vías por todo el cuerpo.Imagino que somos responsables todos con el uso de los recursos públicos y solidarios y nos damos cuenta que lo que es de todos es lo que más debemos de cuidar, cómo si fuera propio.Ahora despierto y recuerdo a la señora P........., que toma tantos medicamentos que tienen que dárselos sus hijos porque ella no se aclara, que es tratada por seis especialistas que no se hablan entre ellos. Varios le mandan dietas incompatibles entre sí. Le prescriben una rehabilitación que no mejora su calidad de vida y una intervención quirúrgica protésica con una esperanza de vida de menos de una año. Las interacciones medicamentosas le causan varios problemas y tiene infinidad de pruebas de imagen y analíticas duplicadas o muy frecuentes aunque no aportan valor añadido. Además, cuando se descompensa ingresa en el hospital (en parte porque la famila presiona para ello al creer que estará mejor allí) en vez de intentar un tratamiento en régimen ambulatorio, y una vez ingresada tiene una infección hospitalaria que obliga a alargar su estancia. Posteriormente tras varios reingresos en uno de ellos muere en el Hospital en la UCI inconsciente.Lo que imagino es promoción de la salud, cultura de la salud, integración asistencial, asistencia sociosanitaria, humanización, cuidados integrales, atención primaria, gestión clínica y por procesos, razonable y basada en la seguridad del paciente.Lo que veo se llama cultura de la enfermedad, sedentarismo, malos hábitos, luchas de poder entre colectivos por monopolizar el paciente y su atención, fragmentación de la asistencia y falta de continuidad asistencial. Hipermedicalización y deshumanización, y falta de conciencia sobre el uso de recursos públicos.Pero a pesar de todo veo el impulso, el intento y la lucha de muchos por instaurar ese primer estado que imaginamos ya muchos. Y eso me da esperanza.


lunes, 7 de julio de 2014

GESTION CLINICA: “MODA VINTAGE” Y 21 PREGUNTAS (AL MENOS) AL RESPECTO


Publicado en Sanifax 7 de julio 2014

Otro lunes primero de mes y otra reflexión, pendiente de las vacaciones que pocas o muchas nos iremos tomando todos. Este mes los temas que hemos venido oyendo son recurrentes en general, pero no por ello menos interesantes, a veces, y preocupantes en algunos casos. Por ejemplo: el mantra que la sanidad no es sostenible. Me pregunto si somos conscientes de la gravedad de este asunto, que de tanto oírlo se nos ha hecho ya “familiar”. Hace muchos lustros que esto es así, pero la bonanza económica tapaba de alguna forma el problema.

Este mes hemos podido leer que la sanidad catalana reduce 30% las concertaciones, lo que supone meter más presión a la difícil situación de los proveedores sanitarios empresariales (lo de privados me suena fatal) que ven reducido un poco más su mercado. Esto, unido a otros factores que están reduciendo la demanda, hace peligrar a medio plazo la viabilidad de algunos prestadores. Además leemos que desde el 2004 se ha reducido 62 por ciento la oferta de empleo en medicina, algo que no me atrevo a juzgar si es bueno o malo, pues cabe recordar que la Organización Mundial de la Salud pide a España una mejor planificación de Recursos Humanos sanitarios pues estamos por encima de 90 sanitarios por cada 100.000 habitantes cuando lo normal es estar en torno a 50. Tampoco tengo argumentos para juzgar si esta reducción se ha hecho adecuadamente en todos los casos o no. Paralelamente, se han cerrado 50.000 camas en España y algunos responsables autonómicos se atreven a afirmar que “la cosa está muy negra” desde el punto de vista financiero.

Pero la cosa no queda ahí. Después de varios años de presupuestos sanitarios a la baja, insólito hace unos años, leemos que Europa nos pide un “poco más”, lo que hace prever a juicio de algunas fuentes “nuevos recortes”. Siendo partidario de la necesidad de los ajustes presupuestarios, creo que hay margen para mayores eficiencias en la prestación de los servicios sanitarios públicos. Hay que apostar firmemente por medidas de gestión, con la consecuente reorganización organizativa y funcional, que conllevan adaptación de los recursos que se emplean para dar respuesta a una demanda de servicios determinada. Es tan imprescindible como complicado pensar que esto se pueda hacer en un escenario organizativo tan inflexible como es el marco público.

En esa línea la estrella del momento es la Gestión Clínica, concepto que de tanto usarlo vamos a acabar vaciándolo de contenido. Inventada hace ya unas décadas vuelve al candelero como una medida estructural fundamental para la solución de los problemas. Por cierto, la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos asegura en informe entregado al Ministerio sobre el tema que “La Gestión Clínica, se origina a partir del concepto de Clínical Government, introducido por primera vez en 1998…”, pero a mí no me encaja. Y tengo un argumento sólido: en 1.997 compré de un libro escrito en 1993, con planteamientos de gestión nacidos al menos 20 o 30 años antes, titulado “Gestión clínica. Manual para médicos y enfermeras y personal sanitario”. Como curiosidad, me costó 3.350 pesetas.

Sea cual sea la fecha de su nacimiento, lo cierto es que se ha puesto de moda y dada su antigüedad podemos afirmar sin rubor que se trata de una “moda vintage”, como se dice ahora. Comparto que no en pocas veces hay que mirar para atrás para recuperar lo que se hacía o se planteaba de bueno (léase mis escritos en defensa del necesario humanismo para la eficiencia de la sanidad). También comparto que el impulso de la Gestión Clínica puede suponer una medida de reorganización y ajuste de recursos nada desdeñable. Lo que no puedo compartir y me descoloca es que se saque como una novedosa solución.

De esa reflexión nacen mis primeras preguntas: ¿Por qué se está planteando la cuestión como algo novedoso y que estamos hasta redefiniendo y replanteando? ¿Por qué no se centra el debate inicialmente en revisar con rigor y seriedad lo que ya se ha escrito y practicado en otros sitios con el fin de adaptarlo a nuestras realidades?

Pero confieso que no son mis únicas dudas, y cuanto más leo y escucho menos entiendo. Y en este caso no es porque esté aprendiendo de ello (que falta hace siempre), sino por ausencia de comprensión. Dejo para la reflexión algunas dudas más:

  • ¿Por qué elevar a grado de normativa legislativa una herramienta de gestión? ¿No es meter mayor inflexibilidad a un sistema que necesita de todo lo contrario para sobrevivir?
  • ¿Cómo se puede ligar el concepto gestión clínica a privatización, sólo porque se hable de dotarlas de personalidad jurídica propia? Y si lo fuera, ¿por qué es malo de salida que un equipo se constituya como sociedad para prestar un servicio?
  • En esa línea, ¿Por qué los sindicatos médicos tienen tanto miedo a que el profesional médico trabaje en marcos de mayor independencia profesional?
  • ¿Cómo se va a recompensar y compartir resultados (me molesta el concepto “incentivar”) en un marco inflexible?
  • ¿Cómo aplicar este cambio cultural que se basa en compartir riesgos y resultados cuando el marco estatutario y funcional se basa en una cultura organizativa opuesta a ello?
  • ¿Por qué sólo el profesional médico puede ser el director de la unidad de gestión? ¿Es que las competencias personales de organización y gestión están ligadas a esa profesión? Es más, ¿Están formados los profesionales sanitarios para trabajar y adaptarse a ese nuevo marco organizativo?
  • ¿Si ya existen Unidades de Gestión Clínica, porque es necesaria una norma que puede incluso invalidar las mismas si se no cumplen la misma?
  • ¿Cómo puede plantearse (cómo lo hacen los sindicatos médicos) que sea voluntario por parte del personal entrar o no en el modelo? ¿Es gestionable una organización donde las decisiones de dirección los integrantes de la misma deciden acatarla o no?
  • ¿Es viable en un marco de inflexibilidad plantear una gestión de procesos de pacientes desde su síntoma a su resolución imprescindible para una organización que se orienta a su público? Es decir, ¿es viable equipos multidisciplinares y compuestos por varias especialidades para orientarse realmente al paciente? Y si fuera así… ¿Qué jefe de servicio, especialista médico u otro profesional puede liderar esa unidad organizativa? ¿lo aceptarían los demás voluntariamente?
  • ¿Se está convirtiendo la aplicación de la gestión clínica en una excusa para negociación de condiciones laborales y salarios por parte algunos sindicatos?
  • ¿Están nuestras organizaciones sanitarias públicas preparadas para el cambio cultural que se propone? ¿Se está teniendo en cuenta cómo afrontar el mimo?

Se me antoja que el camino es más que complejo, es como subirse en bicicleta los Lagos de Covadonga después de 170 kms de pedalear y con una bicicleta de paseo. Si la apuesta por la gestión clínica llegase a arrancar, si no resuelve estas y otras cuestiones los riesgos de quedarse en “aguas de borrajas” son muy altos. Lo peor es que se sacará como conclusión que la gestión clínica no funciona, se desechará otros 15 o 20 años, y cuando “apriete el zapato” se volverá a poner de moda. “Moda vintage”, obviamente.

 

Antonio Burgueño Jerez

lunes, 2 de junio de 2014

UNA REFLEXION SOBRE LA ENCRUZIJADA ACTUAL DE LOS PRESTADORES DE SERVICIOS SANITARIOS PRIVADOS Y SUS RETOS PENDIENTES

(Publicado en Sanifax, lunes de 2 junio 2014)

Otro lunes primero de mes y aparte de la emoción de lo deportivo, entre todas las noticias sectoriales he querido detenerme en hacer una reflexión sobre el informe publicado por la consultora DBK donde se refleja una reducción del concierto sanitario como consecuencia de los ajustes presupuestarios. Y con ella otra serie de noticias al respecto y que el propio Sanifax anunciaba el viernes pasado sobre las tensiones que se vienen produciendo. 

En mi opinión entra dentro de la lógica por el marco socio político que tenemos. Es un síntoma más de que los prestadores de servicios sanitarios privados está en una encrucijada que va a obligar a las empresas del sector a utilizar la imaginación y un trabajo serio para evitar “echar el cierre”. Dicho sea esto en general, porque como se suele decir, “la fiesta va por barrios”. Mi reflexión se basa en la ley principal de la economía: la oferta y la demanda. Me explico.

Por una parte las compañías aseguradoras se ven en la obligación de presionarles vía baremos de pago porque en un error colectivo entraron en una guerra de precios por la lucha del cliente y para intentar atraer clientes usuarios de la sanidad pública, que es de los peores escenarios que le puede ocurrir a un sector económico. Y si hablamos de las mutualidades (ISFAS, MUGEJU, MUFACE), donde los precios y el envejecimiento de la población hacen tambalearse al sistema, el dibujo es más preocupante aún. Todo ello está poniendo en guardia a los prestadores que empiezan a pensar legítimamente en qué hacer para romper la dependencia de su negocio de las aseguradoras, que está siendo un incómodo compañero de viaje. Lo que puede suponer un “efecto boomerang” para las compañías aseguradoras que pueden ver sus interés y su posición en peligro por dichos movimientos. 

Por otra parte, la administración pública, que es proveedor de actividad para la privada mediante conciertos, tiende a disminuir los mismos, pues sus cuentas no le cuadran y se ve obligado a reducir esta partida con el fin de resolver internamente la demanda de servicios. Todo ello asumiendo el riesgo de generar lista de espera, pero la tendencia a la merma general de la población, ayuda a su capacidad de absorberla. Hasta aquí la encrucijada.

En ese marco cada empresa prestadora tiene un reto: luchar por la supervivencia en un mercado donde de seguir este camino previsiblemente “va a haber bajas”, pues puede empezar a sobrar recursos privados, y sólo aquellos que sepan moverse en ese escenario para ganar clientes o tengan la capacidad financiera suficiente para aguantar el tirón podrán sobrevivir.

La supervivencia de cada cual es una cuestión de saber marcar una buena estrategia que permita encontrar un valor añadido al mercado y una diferenciación con suficiente atractivo para lograr un doble objetivo: fidelizar a los clientes que ya se tienen y atraer más. Hay que preguntarse cada uno si debe replantearse el negocio, pero hay que huir de hacerlo desde meras intuiciones que actúan como “boletos de lotería”.

Es fundamental estudiar la población más allá de la mera opinión, y no sólo en términos cuantitativos de morbilidades y patologías, sino en términos de conocimiento del mercado y la competencia. Y hay que hacerlo con un rigor que debe pasar ineludiblemente por la toma de decisiones basada en datos cualitativos y cuantitativos que nos aporten claves para las mismas. Y hacerlo con las herramientas y metodologías enmarcadas en lo que podemos llamar genéricamente “análisis de la realidad social” y que en el mundo empresarial se conoce como “investigación de mercados”. Más concretamente: 

  • Conocer cuál es el perfil, necesidades y demandas de sus usuarios actuales y potenciales. Qué tipo de prestaciones demanda la población y quién y en qué medida las están cubriendo. En qué se diferencian sus usuarios de los de otras compañías o de los usuarios de la sanidad pública.
  • Averiguar que notoriedad tienen entre la población y cuál es su posicionamiento con respecto a empresas de la competencia, ¿qué hace que los prefieran a ellos y no a otros?
  • Detectar, antes de su lanzamiento, la favorabilidad, los pros y contras para la contratación de nuevos servicios o prestaciones y la valoración de campañas publicitarias y de comunicación.
  • Saber si están aplicando estrategias de comunicación adecuadas con mensajes que captan la atención de la ciudadanía. 
  • Medir la satisfacción con los servicios prestados para detectar áreas de mejora y optimizar los recursos.
  • Obtener información de sus trabajadores para abordar procesos de mejora.

Los retos no son malos en esencia pues son oportunidades de mejorar y replantearse lo que se hace y como se hace. Y es una de las ventajas de la competencia. Sólo que hay que asumirlos con rigor.


Antonio Burgueño Jerez

lunes, 5 de mayo de 2014

HAY QUE POTENCIAR LA PUERTA GIRATORIA: UNA VISION POSITIVA DE LA MISMA

(Publicado en Sanifax 5 de mayo de 2014)

Durante la llamada "marea blanca" que se desarrolló en el 2013 a raíz del proyecto de externalización de seis hospitales en la Comunidad de Madrid, y en el marco de intentar demonizar todo lo que estaba cercano o dentro del Gobierno, se puso de moda hablar de la puerta giratoria, haciendo alusión al término inglés "revolving door" que los anglosajones habían inventado para describir al movimiento de altos cargos del sector público al sector privado y viceversa.

Ese movimiento, al contrario de lo que se ha querido dar a entender, no es malo en esencia, sino más bien todo lo contrario, y además es un derecho. Me explico.

Es un ejercicio sano que la Administración pública pueda incorporar profesionales de la gestión empresarial para aprovechar su conocimiento y experiencia. No en vano, como en alguna ocasión he referido, la ciencia de la gestión, el management por tanto, ha nutrido históricamente a la administración de las metodologías y conocimientos propias de la misma. Y este papel del management, importante en todo momento, se hace mayor si cabe en momentos difíciles, en los momentos más críticos. Así lo explicaba Peter Drucker ya en los años 70, haciendo referencia a lo acontecido desde la segunda guerra mundial, ni más ni menos. Está lejos de ser un fenómeno nuevo por tanto. Por otro lado,  la experiencia en lo público aporta conocimiento al mundo empresarial para poder orientar mejor sus estrategias y políticas empresariales, algo esto fundamental se tenga intereses legítimos en la contratación pública o no.

Por otra parte es un derecho. Es un derecho de los profesionales dedicar un tiempo de su vida profesional a servir a los demás, que eso es la política en esencia. Y viceversa, un profesional dedicado a la política tiene derecho a pasarse al campo privado a ejercer su actividad profesional. Y, lógicamente, van a tender a hacerlo en campos próximos a su actividad anterior, en tanto en cuanto es la experiencia anterior la que se valora para el acceso a uno u otro puesto.

Lo que no se puede es demonizar este fenómeno per sé, porque “pudiera ocurrir” o “porque se presupone mala fe” a aquel que coge este camino en su camino profesional.  Lo que no se puede es, actuando con mala fe (en este caso sí) o desde la ignorancia, colocar el "sambenito" de delincuente a todo aquel que coge la puerta giratoria.

Ahora bien, como pasa en todo en la vida puede que algún individuo actúe, no sé si al margen de la ley (según casos), pero seguro al margen de la moral y la ética (más importante que la ley desde mi punto de vista) y utilicen un cargo público para beneficiar a terceros con los cuales mantiene intereses o tiene intención de mantenerlos en el futuro. Y se verá que omito el tiempo pasado "ha mantenido", en tanto en cuanto esa relación anterior no presupone por sí misma un conflicto de interés o inmoralidad como así se ha querido dar a entender. Pongamos un ejemplo futbolístico que siempre suele aclarar más: Supongamos que el Atlético de Madrid se juegue la liga ante el Barcelona en el Camp Nou en las próximas semanas. ¿Alguien en su sano juicio pensaría, a priori, que David Villa no defenderá su camiseta actual como acostumbra porque su anterior relación con el Barcelona le supone unos intereses extraños? No tiene lógica pre juzgarle, salvo que se haga o bien desde la ignorancia o con mala fe, insisto.

Apoyemos la enriquecedora práctica de la puerta giratoria, vigilemos que se haga desde la ausencia de conflictos de interés y desde la ética, y condenemos enérgicamente a aquellos que no lo hagan así, pero no caigamos en el error de aceptar generalizaciones siempre injustas y casi siempre mal intencionadas. Por cierto: beneficiar y utilizar a empresas desde lo público es, por desgracia, práctica que ejercen algunos que no tiene intención de dejar lo público, ya sea político o funcionario. Y el que tenga alguna duda que repase la prensa. Y me niego a generalizar para no ser injusto y mal intencionado.

Un matiz más: no voy a entrar intencionadamente en los casos que dieron lugar a que el concepto de puerta giratoria se pusiera de moda, invito a que cada cual haga el ejercicio de reflexionarlos objetivamente, sin estereotipos, generalizaciones y malicia. Con eso me conformo. Por mi parte, nunca se sabe, pero no descarto a priori, en algún momento de mi vida profesional, coger el camino de la puerta giratoria y dedicar un periodo de mi vida a la cosa pública.

Antonio Burgueño Jerez


domingo, 13 de abril de 2014

LA MATEMÁTICA, LA LÓGICA Y LA SUPERVIVENCIA DEL SISTEMA SANITARIO

Es curioso analizar a lo largo de la historia, cómo los acontecimientos y personajes de distintos ámbitos culturales, han desarrollado su trabajo en un contexto histórico, cultural y personal, resultando situaciones extrapolables a otras áreas y situaciones  coetáneas...o no.                  

Y analizando en esta ocasión a Kurt Gödel, Lógico, Matemático y Filósofo (28 de abril de 1906 Brünn, Imperio austrohúngaro, actual República Checa – 14 de enero de 1978, Princeton, Estados Unidos), afincado en EEUU en 1938, tras huir  de ser llamado a las filas del ejército alemán.

Reconocido como uno de los más importantes lógicos de todos los tiempos, el trabajo de Gödel ha tenido un gran impacto en el pensamiento científico y filosófico del siglo XX. Gödel, intentó emplear la lógica y la teoría de conjuntos para comprender los fundamentos de la matemática, la métrica de Gödel (o el Universo de Gödel) dónde demostró la existencia de soluciones paradójicas a las ecuaciones de campo de la relatividad general de Albert Einstein, entre otras obras y publicaciones importantes.

Pero Gödel sufría en sus últimos años, de períodos de inestabilidad y enfermedad mental. Tenía temores obsesivos de ser envenenado, y no comía a menos que su esposa Adele, probara la comida antes que él. A finales de 1977 Adele fue hospitalizada durante seis meses y no pudo continuar probando la comida de Gödel. En su ausencia él renunció a comer, hasta el punto de dejarse morir de hambre. En el momento de su muerte pesaba 32.5kg. El certificado de defunción en el Hospital de Princeton, el 14 de enero de 1978, refleja que murió de "desnutrición e inanición causadas por perturbaciones en la personalidad".

Recordando y aludiendo al buen amigo de Gödel, Albert Einstein, y su  Teoría Especial de la Relatividad, viajamos en el tiempo hacia adelante, España 2014, país con un entorno Socio Sanitario con excelencia de sus profesionales, una cultura de proteccionismo Social Universal, financiamiento público y además dónde la esperanza de vida es de las más altas de toda Europa, es decir, un Sistema Sanitario dónde se garantiza atención sobresaliente al 100% de los asegurados y de manera gratuita. A primera vista, estamos ante un Marco socialmente excelente, que cuenta además con unos parámetros de calidad superiores. Hasta aquí todo bien pero, realmente, ¿estamos llevando a cabo una gestión sanitaria sostenible en el tiempo o por el contrario seguimos haciendo prácticamente lo mismo que hace 50 años, con un marco social y demográfico absolutamente diferente?, ¿quién y cómo se paga todo esto? Algo que constantemente está en deuda, ¿es algo que se “posee”?, 

La rigidez en las organizaciones, en las personas, entendida como la falta de adaptación al nuevo entorno, así cómo la convicción de que si algo lleva funcionando bien “toda la vida”, no es necesario ni tan siquiera replantearlo, puede llevar a finales tan duros cómo el de nuestro matemático. 


La tecnología y la organización empresarial, así como los últimos avances en nuevas formas de gestión de la enfermedad con el paciente, entendido este como individuo y no como parte de un grupo, son nuevos  escenarios. La medicina personalizada, desarrollada y centrada no sólo en la  genética del paciente, sino como un concepto global que integra tecnología y organización dentro del recorrido del ciudadano a lo largo y ancho del Sistema Sanitario, nos va a dar el argumento de efectividad y eficiencia, ya no sólo del tratamiento en sí, sino de la prevención y seguimiento de la enfermedad con la información bien producida como bastión y pilar.

La muerte Gödel de nuestro sistema sanitario, vendrá producida por inadaptación a las nuevas necesidades de nuestros clientes-pacientes, por la rigidez de un sistema que no abre las puertas a la implementación de nuevas vías tecnológicas y de gestión, herramientas del siglo XXI que ya están disponibles y que además fusionándolas con lo excelente de lo ya existente, evitarán un déficit económico que acabará con la desaparición de todo lo positivo que ahora tenemos a nuestro alcance.
¿Cuántos nuevos Teoremas, Estudios y Desarrollos hubiera podido crear Gödel si hubiese adaptado su manera de alimentarse a la nueva situación de Adele?

M Jesús Ramón Padilla


lunes, 7 de abril de 2014

VIEJOS DEBATES QUE PASAN POR NUEVOS Y LA CONTRADICCIÓN EVIDENCIAS E INNOVACIÓN EN GESTION

Tribuna "El primer Lunes", Sanifax, 7 de abril de 2014

Corrían los años 90. En el 92 en España se celebraba con ilusión las Olimpiadas Barcelona, se inauguraba el AVE Madrid-Sevilla con motivo de la EXPO. Otros hechos históricos destacables, Cándido Méndez se alzaba como líder de UGT y Luis Roldán se fugaba. Ya entonces estaba encima de la mesa el debate sobre la necesaria separación entre financiación, aseguramiento y provisión de servicios en el ámbito de la sanidad pública, dado los problemas que se venían percibiendo por la gestión directa.

Ya en el 96 se celebraron las olimpiadas de Atlanta y en ese mismo año Aznar y el PP triunfaban en las elecciones generales, fechas en las que Diana y Carlos se separan, se lanza las Nintendo 64, triunfan las Spice Girls, D. Adolfo Suarez es galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia… y el debate sobre nuevas formas de gestión de la Sanidad Pública sigue en pleno auge.

Llegamos al año 97. Muere Diana de Gales en trágico accidente y el gran Miguel Induráin se retira del ciclismo. En ese año España se incorporó ala estructura militar integrada de la OTAN y se aprueba la Ley de 15/97 que habilita nuevas formas de gestión en el sistema sanitario público y, de alguna forma, cerraba ese debate.

Año 2014: Desandando el camino andado, surgen múltiples foros para debatir, en el mejor de los casos, si la sanidad debe ser gestionada públicamente. Digo en el mejor de los casos, porque no en pocos foros lo que se hace es afirmarlo sin reparos. SE plantea el asunto de la colaboración pública o no como algo nuevo. Y se exigen evidencias de que es una buena opción, tal vez porque no se hayan encontrado evidencias sólidas de que es peor, que fue la intención inicial.

Según la Real Academia de la lengua, "una evidencia es una certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar". Bien, pues en economía y en el resultado de las decisiones en este ámbito no hay nunca certeza que la misma decisión tomada en diferente momento o lugar va a producir los mismos resultados, debido a los variopintos y múltiples factores que determinan el mismo. Por eso, al hacer predicciones sobre el resultado de una decisión, se consideran una serie de variables y se ha de añadir la coletilla "céteris páribus", es decir, "permaneciendo todo lo demás constante".

Aplicando la evidencia, en el mejor de los casos, se estarían sacando conclusiones con el espejo retrovisor, sobre hechos pasados, que no valen para tomar decisiones de mejora. Cuando hablamos de los cambios que necesariamente se han de dar en la sanidad hay que hacerlos desde la innovación, incluso dentro de la propia colaboración-público privada; e incluso dentro del marco de la gestión pública. Hay que buscar soluciones creativas a los problemas complejos que en cada caso y momento se dan, huyendo de modelizaciones que ayudan pero acaban encorsetando.

Si es cierto que hay que tener datos para analizar las consecuencias de decisiones pasadas, para intentar llegar al porqué de las cosas, en qué circunstancias se produjo la decisión para intentar predecir resultados de futuras decisiones. Pero eso no es tener evidencias: es tener datos.

Gestionar por evidencias es huyendo de asumir riesgos (medidos si se quiere) que está en el sueldo de la dirección. Se contrapone a la innovación y al replanteamiento de las cosas para la mejora continua y la adaptación a las circunstancias cada vez más cambiantes. Se contrapone además a la flexibilidad y rapidez de adaptación para quedarse con la rigidez y la lentitud en la toma de decisiones.

A título de ejemplo, Steve Jobs, uno de los fundadores de apple, no tenía evidencias cuando estuvo convencido de que sus inventos revolucionarían el mundo y la forma de vivir, y que ganaría una fortuna creando una de las compañías más importantes del mundo. Más cerca tenemos a Juan Roig (Mercadona), que ha reinventado el supermercado y todo lo que supone, y lo reinventa cada día,. Sin evidencias, pero con el convencimiento del emprendedor que visualiza en su cabeza lo que está creando: lo ve funcionando. Tampoco las tuvimos cuando dibujamos la solución a Alzira ni en las soluciones más o menos innovadoras que venimos potenciando. Insisto en la importancia de los datos para conocer en profundidad el contexto, la situación de partida, datos para plantear escenarios futuros, pero nunca puede haber evidencias.

Un apunte más. Intentar santificar o demonizar iniciativas en función de experiencias en marcha con cuestiones tan categóricas como pueden ser las evidencias, intentando meter en un mismo saco a todos, es cuanto menos temerario e ignorante. Pues la gestión privada de la sanidad pública se puede llevar a la práctica de muchas maneras, no siendo interpretada ni aplicada igual por las diferentes compañías que operan, pues cada una tiene su "librillo". Circunstancia que además de condicionar el resultado, suponen demasiadas variables como para determinar evidencias. Diferencias de aplicación como consecuencia de una más que necesaria flexibilidad para la gestión.

Otra acepción del término según la RAE es "dejar en evidencia", que no requiriendo de mayores aclaraciones, me viene "que ni pintado" para mi conclusión final: la evidencia es un término que se ha puesto encima de la mesa como gran paradigma de la gestión con el sólo fin de intentar dejar en evidencia la colaboración público privada, que evidentemente debe ser impulsada en defensa de la sanidad pública. Pero debe hacerse desde una visión innovadora para adaptarla a cada momento y lugar, aunque para tomar esa decisión no existan evidencias, obviamente.

Antonio Burgueño Jerez