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domingo, 26 de agosto de 2012

Reflexiones de Gregorio Marañón sobre “la medicina y nuestro tiempo”, ayer y hoy




En este periodo vacacional y, siguiendo con la búsqueda del porqué hemos llegado hasta la situación que tenemos en la sanidad y, con ello, intentar aportar un granito al debate del futuro de nuestra sanidad, he dedicado un tiempo a la lectura de un magnífico libro de un gran autor: LA MEDICINA Y NUESTRO TIEMPO, de Gregorio Marañón (editorial Espasa Calpe, Colección Austral). Pocos libros dan para tanto.

 
 
Es un libro publicado en 1964, hace ya casi 50 años. Con la lectura del mismo quería acercarme a entender cual eran las circunstancias de la medicina en ese tiempo. Lo sorprendente es que no pocas de las reflexiones que el mismo contiene podían estar escritas hoy mismo. Sorprendente. No mucho teniendo en cuenta que los cambios sociales y, por ende, todo lo que hacen los humanos son lentos y poco percibidos en el corto plazo. Lo realmente sorprendente es que hablemos y lo comentemos como si fuera novedad.

Brevemente, los mensajes para la reflexión que el autor nos aporta son los siguientes:
  •           El autor, aun partiendo de las grandes virtudes de la medicina de su tiempo, y el valor de los grandes avances de la medicina, así como de la necesaria investigación y estudio para su logro, realiza en este libro una crítica de su profesión. Y lo hace en primera persona en tanto en cuanto el es parte de esa realidad médica. Y lo hace partiendo de la reflexión de que “el que habla valientemente de los defectos de su patria es un patriota. Y el que extrema las censuras justas a su profesión, ese el que la sirve con toda plenitud
  •         En esa línea afirma que el médico está a punto de perder su prestigio de experto en la naturaleza del hombre… para pasar a ser un burócrata.
  •        Resume los defectos de su profesión en dos: dogmatismo (cientificismo) y profesionalismo y cientificismo.

Dogmatismo (Cienticifismo)
 
  • Dogmatismo en tanto en cuanto se quiere convertir la profesión médica en una ciencia exacta. Y no hay nada más lejos de ello. Para él todo el saber médico tiene un posible valor provisional que se contrapone con la verdad categórica del dogmatismo. La medicina, sin duda, es ciencia, pero también es arte y oficio.
  •  
  • Llega a la conclusión de que se ha creado un dogmatismo de la técnica muy peligroso para la buena práctica de la medicina, una fe excesiva en todo lo que viene con la etiqueta de la ciencia. Se apoya en Ramón y Cajal para argumentarlo: “La plaga de los adoradores y explotadores de la última novedad ha crecido de forma alarmante”.
  •  Frente a ello, entiende que para el verdadero hombre de ciencia la actualidad, no sólo no es la meta del saber, sino que es mercancía que debe ponerse en rigurosa cuarentena. Nada se echa tanto de menos en España como los buenos teóricos, bien imbuidos de espíritu auténtico de ciencia
  • Para él el saber no sólo es saber, sino saber y dudar y, por tanto, no saberlo todo. Saberlo todo es pedante y negación de la verdadera ciencia. El progreso de la verdad científica se logra de muchas maneras y, entre ellas, oponiendo objeciones a la verdad misma.
  • En palabras de Huxley, apuntadas por Marañón, “experimentar por experimentar amenaza con anular la imaginación del hombre”.
  • El cientificismo conduce, a veces, a pedantería verbal. La pedantería cienticififista también se manifiesta en el afán de informar a los pacientes de los detalles de su enfermedad, moda venida de América. Además del diagnóstico, se anuncian posibles complicaciones, para así el médico cuidar su reputación (dogmatismo médico) ante su posible aparición y  generando en el enfermo una angustia y un riesgo de somatización de la misma.
  • Por tanto, hay que pedir a los médicos y a los no médicos una dosis prudente de escepticismo, de critica a los progresos humanos y fe en la naturaleza.
  • A los contemporáneos de cada progreso científico les es difícil separar lo que es avance real y lo que sólo es tendencia inevitable de la discusión del espíritu humano.
Profesionalismo
  •     Del profesionalismo le preocupa convertir en lucrativa una profesión que, aunque legítimamente remunerada, debe tener un punto de altruismo. Eso, unido a que la profesión, en poco tiempo pasó de ser una profesión humilde a ser una de las más brillantes ocupaciones sociales, conlleva el riesgo de que se ponga por delante el enriquecimiento por la profesión que otros valores. En sus palabras ”esa circunstancia conlleva el riesgo de caer en el pecado de la exageración sin nobleza, falta de generosidad para los demás y de severidad para uno mismo (autoexigencia). El médico nada debe hacer pensando en el dinero que lo que hace pueda valer”.
  •         Marañón se detiene en analizar el problema de la plurifarmacia,. Ya problema hace 50 años. Apunta que fuera de España se observa que se dan más consejos alimentarios y sobre hábitos de vida que aquí. Afirma que “Muchos médicos suponen todavía que el curar a los enfermos es aplastar a cada uno de los síntomas con tormentas de drogas”.
  •         Entiende de que la labor contra los abusos terapéuticos hay que hacerla desde las cátedras. La misma tiene mucho que ver con la prudencia.
  •           El problema de las drogas está más en el enfermo imprudente que en el médico prudente.
  •          Nos recuerda que ya el Padre Feijóo en el Siglo XVIII afirmaba, a ese respecto, que “ menos influyen los médicos que los enfermos, los cuales les están importunando para que receten todos los días  y a casi a todas horas… el error pernicioso es tener por los mejores médicos a aquellos que recetan mucho, frente a los que son parcos en recetar. Con estos falsísimos supuestos, los enfermos buscan al médico más recetador, que es lo mismo que buscar a un homicida costoso”. (Benito Jerónimo Feijóo Montenegro, Apología del Escepticismo Médico).
  •        Una de las plagas de hoy es la muchedumbre de incapaces que dominan las técnicas y adquieren por ello una peligrosa responsabilidad social.
  •          Se estudia sólo para el ejercicio inmediato de la profesión, sin buscar las causas ni ir más allá. Y no se estudia aquello que trata de un modo teórico los problemas generales de alguna parcela del saber, y con ello descubrir sus etapas mentales y técnicas del descubrimiento de la verdad.
  •          Nada tiene más éxito que los recetarios que plantean soluciones a problemas sin plantear su medición.
Sobre el Humanismo y el enfermo   
  •      Para Gregorio Marañón el humanista es aquel que tiene pasión por el saber y concoer, más allá de recopilar información. En ese sentido diferencia entre enciclopedistas y humanistas. Nos aporta además dos referentes a tener en cuenta:
      •          Novoa Santos, el cual diserta sobre el humanismo y sobre su significado en la vida y la obra de los profesionales.
      •         Profesor Letamendi: El médico que sólo sabe de medicina ni medicina sabe siquiera”
  •              La exploración física se abrevia cada vez más por los nuevos métodos de investigación, por datos analíticos, deshumanizados, carentes de la contemplación de la personalidad del enfermo, tan importante como cualquier etiología. En esa línea apunta al diagnóstico etiológico, que considera a la persona y sus circunstancias así como las de su familia.
  •            Considera que, cada vez más, es indisciplinado ante el médico y ante el hecho de enfermar, circunstancia que pronosticaba se acentuará cada vez más en el futuro. Creciente resistencia al sufrir y exige que el milagro de la medicina ocurra en todos los casos. El ritmo de vida es incompatible con las enfermedades que lo irrumpen.
  •           La autoridad personal del médico ha sido atropellada por la prisa en el curarse.
  •         La complicidad de médicos y enfermos da una apariencia de legalidad a lo que está ocurriendo que hace pensar en una insurrección ante esta situación.


Dejo aquí estas interesantísimas reflexiones del Dr. Marañón con el ánimo de que sean útiles para que cada cual realice las suyas…


 Antonio Burgueño Jerez, Patrono de la Fundación Pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad





domingo, 19 de agosto de 2012

HABLANDO DE SANIDAD ¿NOS PREGUNTAMOS ALGUNA VEZ COMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ?


El periodo vacacional tiene muchas ventajas, entre otras el mero hecho de cambiar de ubicación nos permite abrir la mente a nuestras reflexiones desde otro punto de vista. Me explicaré.
Como tengo costumbre cuando me encuentro casa de mis abuelos paternos, me levanto a trabajar y me siento en la que fue la consulta de mi abuelo. Todo un privilegio. Aún conservada en lugar, mobiliario y enseres. Es una consulta de médico rural, donde tantos y tantos pacientes fueron atendidos, escuchados, curados o, en peores casos, aliviados de sus dolencias o consolados por las consecuencias inevitables de las mismas.
En este entorno, donde he pasado parte mi infancia y juventud, pero que cada día valoro más, me siento a seguir reflexionando y estudiando (esta obsesión mía por el humanismo me ocupa desde finales del siglo pasado…), tratando de encontrar el hilo conductor en la evolución de la práctica médica en los últimos, tal vez, 70 años. Y de la evolución en su contexto, es decir, su entorno organizativo y social, que para eso es uno un gestor y no un clínico. Múltiples iniciativas que he tenido el honor de impulsar o influir en este campo durante estos años y que, si es de interés, lo escribiremos en este blog… o donde se considere.
Y hablo de evolución porque no me creo que haya saltos en la misma, sino que, como toda actividad humana, evoluciona tan despacio que, como  no nos paremos a analizarlo, buscando dar perspectiva a nuestra reflexión, difícilmente podríamos entenderlo.
Y todo ello realizado desde una hipótesis: la práctica médica resultante de la evolución de la misma en los últimos decenios ha dejado en el camino planteamientos y formas de hacer y trabajar que fueron considerados obsoletos. O simplemente se abandonaron. Su pérdida puede ser una de las causas de la realidad compleja y difícil en la que se encuentra nuestra sanidad.
Cuando se estudia esta evolución es imposible no hablar del humanismo, término que empieza a estar muy desgastado por su uso superfluo y, por ende, malo, pero que nos sigue sirviendo para hablar de la medicina que se vino realizando a lo largo del siglo XX y hasta tal vez, mediados de los 70.
En el humanismo hay figuras relevantes como fueron, y son, y ruego se me disculpen las omisiones, Pedro Laín Entralgo, Gregorio Marañón, Santiago Ramón y Cajal, López  Piñero, Diego Gracia. Todos ellos y otros muchos más, escribieron y trabajaron en aspectos humanísticos del arte de hacer medicina. Y sus reflexiones iban mucho más allá de lo que en muchas ocasiones entendemos. Entre otras cosas, porque el humanismo no es una ciencia, sino una forma de pensar en la persona y sus actos, sus interrelaciones con terceros. Y ese es un campo tan infinito y tan complejo como la propia razón de ser del hombre como persona.
El que escribe, humildemente, tan sólo pretende aprender de todos ellos y  comprender y entender la esencia del trabajo del médico, uniéndolo a la comprensión de la evolución del complejo contexto sanitario y, finalmente, hacer propuestas para contribuir con mi granito al debate del futuro de nuestra sanidad.
Esas propuestas, como no puede ser de otra manera viniendo de un profesional de la gestión y dirección (Dirigir también es una profesión y una ciencia), deben partir de una visión holística de la realidad sanitaria. Sólo así podremos aproximarnos más a la realidad actual e, insisto, con ello a pensar el futuro.
 A veces hay que mirar hacia detrás para poder avanzar hacia adelante. Por mi parte, buscar respuestas a la pregunta de cómo hemos llegado hasta aquí me ha llevado a apasionarme cada día más con lo que hago. Sólo entendiendo el por qué de nuestro presente podemos plantearnos con seriedad el futuro. Toda reflexión que no siga este camino corre el riesgo de ser, simplemente, un “brindis al sol”.


Antonio Burgueño Jerez, Patrono Fundación pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad

domingo, 12 de agosto de 2012

LA GESTIÓN DE LA INCOMUNICACIÓN EN ORGANIZACIONES SANITARIAS; FACTOR GENERADOR DE CONFIANZA.


Desde que era muy pequeño tuve un especial interés en poder conocer, analizar y comprender, los elementos que intervienen en el proceso de comunicación verbal y no verbal entre las personas. Fruto de ese entusiasmo por el conocimiento, con 18 años decidí estudiar la Licenciatura de Publicidad y Relaciones Públicas y unos años más tarde la Licenciatura de Investigación y Técnicas de Mercado. Descubrir las particularidades del ser humano en su dimensión individual y en el contexto social me sigue pareciendo apasionante. Somos seres sociales llenos de elementos que nos definen como seres únicos.

Evidentemente, dentro de esta dicotomía había un aspecto del que hablábamos poco y sin duda era tremendamente interesante. Si estudiamos la comunicación entre personas, organizaciones, colectivos, por qué no analizamos el proceso de incomunicación que en muchas ocasiones aparece en dicho proceso. Pues eso hice.

Podemos focalizar nuestro análisis en cualquier sector empresarial. Yo he preferido centrarme en el sector sanitario, donde trabajo actualmente. Voy a desarrollarlo brevemente con algunos ejemplos cotidianos.

Éstos son los 5 casos de incomunicación más habituales en una organización sanitaria:

*      Cuando acuden a nuestro centro pacientes que desconocen nuestro idioma, y por lo tanto, no podemos comprender al 100% la complejidad de sus necesidades, sus emociones, prejuicios y experiencias anteriores. Muchas compañías apuestan por la figura de intérpretes que faciliten la comunicación entre el profesional y el paciente, o el teléfono de información de idiomas que facilitan algunas administraciones en España. Si el intérprete es del país de origen del paciente, mucho mejor. Elemento clave de confianza cuando hablan el mismo dialecto.
*      Pacientes que tienen una discapacidad física que les limita en su diálogo o en la interactividad con el personal sanitario. Situaciones donde el paciente tiene sordera, ceguera o en la que alguno de estos sentidos se encuentra muy limitado. Muchos centros sanitarios han resuelto esta carencia del paciente, contratando personal de apoyo que acompaña al paciente durante su estancia en el centro, o incluso personas que conocen el lenguaje de signos, en profundidad. Es necesario reflejar que muchos de estos pacientes que acuden a nosotros, no tenían esta discapacidad cuando nacieron, por tanto, debemos realizar un mayor esfuerzo con ellos. Son personas enormemente sensibles.
*      Cuando la señalización de ubicación de consultas externas, zonas de pruebas, etc, no ayuda al paciente a moverse con facilidad por nuestras instalaciones. Puede deberse a una mala planificación por parte de la compañía, que debe ser resuelta con celeridad. Puede dañar la imagen de la institución. Los hospitales de nueva creación han resuelto bastante bien este punto.
*      Factor cultural y religioso. Cada vez, recibimos más pacientes extranjeros y ello conlleva muchas veces que sean personas de diversas creencias religiosas. Cada religión con su particularidad. En este punto, la figura del Trabajador Social es un elemento integrador clave entre el paciente y los servicios del centro sanitario, ya que será conocedor de la historia de vida y necesidades de la persona.
*      El quinto punto es especialmente importante. Aquí somos responsables los profesionales sanitarios que debemos adaptar nuestro mensaje al usuario de la sanidad que tenemos a nuestro lado, buscar esa cercanía, esa comprensión que nos facilite poder empatizar, huyendo en ocasiones de complejos tecnicismos que puedan poner nervioso al paciente, incluso provocándole desconfianza. Una mala gestión en este punto puede provocar que el paciente busque soluciones en profesionales de otros centros sanitarios.

Todos hemos vivido situaciones así en nuestra vida.

 
Adecuar nuestro lenguaje, nuestros mensajes, y todos los elementos que participan en la comunicación con los pacientes, es una necesidad y una obligación que tenemos los profesionales. La Dirección de cualquier compañía debe planificar de forma activa este punto y facilitar una excelente formación de sus profesionales en estos aspectos. Lo conseguiremos si nuestro punto de partida es la escucha activa preguntando el cómo y qué necesita ese ciudadano que acude a nosotros.

Trabajar en equipo entendiendo la comunicación y la incomunicación que aparece en nuestro día a día, es el factor decisivo para la gestión de la confianza con los pacientes.

Somos personas que trabajamos para personas.

Vicente Cervera de Rosa
Técnico de Comunicación y Marketing del Hospital de Torrejón.

domingo, 5 de agosto de 2012

NO NOS CONFUNDAMOS: LA UNIVERSALIDAD NO ES “BARRA LIBRE”



Querido amigo Pedro
Has abierto con tu REFLEXIÓN un debate en el blog que está muy de actualidad dada la situación económica actual y las decisiones políticas que se vienen tomando.
La protección social en España es una conquista social de hace muchos años. No creo que nadie discuta ni se quiera plantear hoy en día que esto es un valor de nuestra nación que hay que defender. Y viene desde el franquismo, pues es en ese periodo de nuestra historia donde se crea la protección sanitaria a los trabajadores, y con ello las grandes ciudades sanitarias, y se funcionariza a los profesionales, entre otras cosas.
Pero la protección social tiene muchas vertientes que van desde la cobertura en caso de desempleo, jubilación, asistencia sanitaria en caso de necesidad, atención a los mayores, dependencia, etc.
El problema no es de filosofía o creencias, como a veces se quiere hacer pensar. El problema es una cuestión financiera de mantenimiento de un sistema sanitario que difícilmente se sostenía hace ya más de 30 años. Cabe recordar aquí el informe Abril, que ya quería plantear soluciones a esta agonía.
Pero ese era un problema que nadie quería sacar a luz pública pero que en privado todos los políticos y profesionales sabían que estaba ahí. Pero como todos tenían responsabilidad sobre el mismo en uno u otro sitio de nuestra geografía, y como la economía permitía taparlo, íbamos tirando.
El problema es que ahora no se puede tapar y que las decisiones de eficiencia deben tomarse, pero que hay que hacer cirugía porque si no el enfermo se muere. Por otra parte, dada la cultura de nuestro país, estoy llegando a pensar que tal vez la presión económica sea el gran motivante para trabajar en eficiencia. Vamos, “que nos pongamos las pilas”, como se dice vulgarmente.
Durante más de diez años he sido consultor sanitario. Creeme Pedro, la idea general era no tocar nada pues funciona, y no se asumían riesgos para la mejora de la eficiencia. Casos excepcionales los hay, claro. Gracias a los cuales hoy estamos un poco mejor.
Y dirás que donde está la Universalidad en mi reflexión. En todo ello. La universalidad no debió ser nunca interpretada como “de todo para todos”. Porque eso no es socialmente justo. El derecho a la asistencia sanitaria es un derecho fundamental para los españoles. Insisto, para los españoles, no para todo el universo. Esto es importante, pues al margen del factor humano y la ética profesional, la realidad es que un sistema sanitario que trabaje desde el rigor, debe dejar claro quiénes son sus beneficiarios y descartar a los que  no lo sean, por justicia social. Y para atender a aquellos que no entran dentro de ese universo de españoles y, si hay un problema humanitario, deben instrumentarse otras vías de atención o de financiación de esa actividad (asociaciones, fundaciones, ONG´S…). “No mezclando las churras con las merinas”
Llevo muchos oyendo lo mismo. La salud no es un negocio (eslogan muy bien pensado para los intereses que pretende,  por cierto).  Y estoy completamente de acuerdo. Otra cosa es la sanidad. Sin dinero no hay sanidad. Nos pongamos como nos pongamos. Y los recursos son siempre escasos, y deben ser bien utilizados, con crisis o sin ellas. Y partir de una universalidad eficiente es fundamental.
Hablas de la dependencia. Durante unos años he trabajado la asistencia social, poniendo en marcha servicios y residencias para la tercera edad allí donde más falta hace: en los pueblos. He visto mucho fraude Pedro. Y muchas “burradas”. He peleado personalmente porque algunas personas que si necesitaban protección la tuvieran. El sistema de protección social está muy lejos de ser justo, y mucho menos eficiente. Este es un largo debate que si te interesa lo pondremos encima de la mesa.
La ley de dependencia fue un fraude social, una estafa, pues nos vendieron algo muy bonito pero que no estaba respaldado por presupuestos, por dinero. Y sin dinero no hay nada que hacer. Salvo que encuentres  gente que quiera trabajar gratis y proveedores de materiales, equipos, etc que no quieran cobrar.
El gran avance de aquella ley, como tu apuntabas, era que se pagaba dinero a los cuidadores de los dependientes. No lo entiendo y eso no puede funcionar. No hay ser humano que aguante 24 horas  al día, 7 días a la semana y 365 días atendiendo a un dependiente. Entraríamos en la necesidad de cuidar al cuidador. Y tampoco creo que sea la mejor atención que se les pueda dar a nuestros dependientes.
Pero ese es otro debate, pero mi reflexión en este aspecto está basado por pelear soluciones a casos reales que venían a buscar mi ayuda y apoyo. Algo que me llenaba de orgullo y satisfacción interior, por cierto.
Un abrazo amigo

Antonio Burgueño Jerez, Jefe de Desarrollo y calidad de Ribera Salud. Patrono Fundación Humanismo y Eficiencia

domingo, 29 de julio de 2012

¿Sanidad Universal?


El cambio sustancial se produjo con la mera lectura del R.D. 63/1995, de 20 de enero, sobre ordenación de prestaciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud, ya desde su Exposición de Motivos, donde textualmente dice:
 
“A) La universalidad del derecho a la asistencia sanitaria en todos los casos de pérdida de la salud.
 
B)...la garantía de la igualdad sustancial de toda la población en cuanto a las prestaciones sanitarias y a la inexistencia de cualquier tipo de discriminación en el acceso, administración y régimen de prestación de los servicios sanitarios.”
 
 
Desde el punto de vista jurídico, con la Ley General de Sanidad, la asistencia sanitaria deja de ser una prestación contributiva del Sistema de Seguridad Social para convertirse en un derecho de todos los ciudadanos residentes en España.
 
Los servicios sanitarios resultan imprescindibles para dar respuesta a los problemas de salud de la colectividad, pues consiguen atenuar los perjuicios de las enfermedades y permiten que se pueda recobrar la salud perdida y mejorar la calidad de vida de las personas enfermas. Pero me pregunto si realmente existe una cobertura ¿universal?
 
 Acabamos de ver como se ha disminuido la prestaciones en medicamentos para los pacientes, se han eliminado fármacos imprescindibles, afectando más a los pacientes crónicos e inmovilizados. Ejemplo de ellos están los conocidos Omeprazol, Fortasec, Almax, Voltaren, Inacid, numerosas presentaciones de Acetilcisteina y Mucosan, entre otros. Y me vuelvo a preguntar ¿Universalidad?
 
Seguimos viendo recortes dentro del sistema sanitario, ley de dependencia.
 
La Ley de la Dependencia introdujo la figura del cuidador familiar, al que el Estado incluye en la Seguridad Social y le paga las cuotas. Además, según el grado de dependencia de la persona con discapacidad al que cuida, se le asigna una prestación monetaria mensual, que puede ser en torno a los cuatrocientos euros.
 
En la actualidad, aluden que la ley de dependencia no ha creado empleo de cuidadores profesionales, sino que el dinero se lo administraba a las propias familias. Para ello, han modificado (y personalmente de una manera correcta) unos requisitos que deben de cumplirse para conseguir la ayuda prestada. Son las siguientes:
 
- Aportar documentación y reunir condiciones.
- Acreditar la convivencia con el dependiente.
- Compromiso de estar dispuesto a recibir la formación que le ofrezca la Administración.
- Acreditar un horario de trabajo compatible con el cuidado de la persona dependiente.
- Compromiso de permitir el acceso al domicilio de los servicios sociales de la Administración, para hacer el correspondiente seguimiento. 
 
Pero hay una parte donde ya han tocado el buen camino que llevaban y ha sido prolongar el tiempo de resolver casos de 6 meses a dos años. Esto conlleva a que la gran mayoría fallezca antes de tener la ayuda que realmente necesitan. Vuelvo a preguntarme ¿Universalidad?
 
 Realmente creo que en muy pocos años vamos a dejar de ser ese País donde la Sanidad era envidiada por todos los países. Tenemos la obligación de ser conscientes de nuestra situación económica y ser profesionales eficientes, conseguir los mayores beneficios al menor coste posible. Pero siempre de una forma correcta. Los modelos de gestión pública en muchas ocasiones se encuentran inmersos en agujeros negros donde se pierden mucho dinero, dinero de todos. Se debe promover un cambio en la gestión que permita utilizar los recursos necesarios para abordar la Sanidad Española de la forma más sana posible. No podemos permitir que los recortes afecten a la pérdida del estado del bienestar.
 
¿Seguimos recortando en servicios y prestaciones? O ¿nos ponemos a gestionar de una manera eficaz nuestro valioso sistema sanitario?
 
Bibliografía
  • El derecho a la asistencia sanitaria en España dentro de territorio nacional: regulación, sistema de financiación y administraciones competentes [Internet] España. M. ª Pilar González de las Heras 2004. [Consultado el 17 de julio de 2012] Disponible en:

Pedro José Soriano Martin Enfermero de Atención continuada en departamento Vinalopó Salud.

 

domingo, 22 de julio de 2012

GESTORES SANITARIOS ENTRE LA EVIDENCIA CIENTÍFICA, LA EFICIENCIA Y LOS VALORES.

Todos los países de nuestro entorno han sufrido grandes cambios en la estructura social. A saber: la ampliación de las clases medias, el acceso masivo de la mujer al mercado remunerado, la transformación de las relaciones jerárquicas familiares, el envejecimiento poblacional, las enfermedades crónicas, entre otras, que han transformado valores considerados tradicionales.

 Además, en las últimas décadas ha sido evidente el aumento de las necesidades sanitarias y, en un sinfín de situaciones personales y colectivas resulta difícil referirnos a éstas de forma exclusiva, ya que el mayor nivel cultural genera en los ciudadanos nuevas expectativas y un cambio en la vivencia de la salud y de la enfermedad, así como una nueva visión sobre los servicios sanitarios. Estos cambios no sólo han sido debidos a avances de las ciencias biomédicas, sino que también la organización sanitaria, la salud pública, las condiciones de vida y sobre todo la cultura y la educación han contribuido a su implantación. Los servicios sanitarios han de dar respuesta a nuevos deseos y expectativas, inclusive viendo los servicios sanitarios como bienes de consumo. 

Para mantener la compleja estructura sanitaria debemos de preguntarnos si estamos preparados para asumir el impacto económico de la misma. Estamos obligados a la búsqueda de la eficiencia en un sistema que se mueve tomando decisiones ante la complejidad, la variabilidad, la incertidumbre, el riesgo y la oportunidad, ante alternativas diagnósticas, terapéuticas y necesidades sanitarias no siempre definidas y cambiantes.

Ya no se trata solo de ser eficaces y eficientes, sino también de saber asumir las implicaciones éticas de nuestras decisiones, incluido el haber conseguido trasformar enfermedades mortales en enfermos crónicos y dependientes, exigiendo, a veces, a la medicina un todo se puede. En la otra parte de la balanza está la evidencia de que, a pesar de los avances de la medicina, la tasa de mortalidad mundial sigue siendo del 100 por cien.

La eficiencia en los sistemas sanitarios de financiación pública, como es el español, no solo es fundamental para la viabilidad del mismo, sino que se convierte en un imperativo ético, más en un entorno donde el 40% de los costes están relacionados con la obtención de datos y gestión de la información, y donde cabe preguntarse si está garantizada toda la práctica clínica, en términos de calidad científica o si existe evidencia científica para todo cuanto hacemos. Las estancias hospitalarias inapropiadas suponen más del 25% del total y los ingresos inapropiados hasta el 27 %. Además somos el segundo país europeo en consumo de antibióticos según el Instituto Sueco para el control de las enfermedades infecciosas.

 Parece que la práctica clínica basada en la evidencia científica y la búsqueda de la eficiencia deben considerarse necesarias. Pero a más de la eficiencia, la ética. La existencia de recursos sanitarios limitados plantea problemas éticos a la sociedad y a los profesionales sanitarios en relación con la interrupción o moderación del esfuerzo terapéutico. Además, la formación sanitaria tradicional no ha preparado al profesional para afrontar este tipo de problemas.

No podemos obviar que la ciencia médica y las organizaciones para la prestación de servicios sanitarios han avanzado en las últimas décadas más que en toda la historia de la humanidad y a la vez, en ninguna época como en la actual se han planteado tantos y tan complejos dilemas éticos a los profesionales sanitarios. El dilema ético en la limitación del esfuerzo terapéutico ante recursos sanitarios limitados se basa en que la utilización de ellos en un paciente, lleva implícito negarlos a otro, dada su limitación. 

Pero también existe dilema ético al definir hacia donde debe ir el dinero de la investigación sanitaria pública: ¿en qué medicamentos se ha de invertir?, ¿se debe investigar en la obesidad y en su tratamiento o por el contrario debemos invertir en salud pública?, ¿invertir en transplantes o en conocer mejor la enfermedad de Alzheimer?, ¿concienciar sobre el electromagnetismo o sobre los accidentes de tráfico?, ¿investigar sobre la hormona que regula el apetito, sobre la infertilidad y la impotencia masculina o sobre otros medicamentos?, ¿Cómo se financiarán los nuevos tratamientos con terapias génicas y como se generará el debate ético sobre sus indicaciones?. ¿Qué tipo de impuestos y quién los soportará para mantener el sistema sanitario público?, etc.

Lamentablemente, la medicina actual que compagina las mayores cotas de eficacia de toda la historia de la humanidad en el tratamiento de las enfermedades y sus consecuencias, vive en un mundo en el que la queja mayor es la deshumanización. La medicina basada solo en hechos científicos resulta vacía si no se incorporan valores, en especial en la asistencia a los mayores, enfermos crónicos y otros colectivos, entendidas las necesidades en términos de calidad de vida, apoyo social y continuidad de la asistencia. Y aquí está una reflexión a los gestores sanitarios: de gestionar organizaciones sanitarias y enfermedades a gestionar necesidades de las personas enfermas.

En breve espacio de tiempo hemos pasado de la gestión sanitaria de la eficacia, a la gestión sanitaria de la eficiencia, como imperativo ético, estando en los albores de la gestión sanitaria de las voluntades, los comportamientos y los valores. Además este es un debate del que no pueden ser ajenas las Universidades y las autoridades sanitarias y sociales. La educación es un hecho y una función social que juega un rol decisivo en la incorporación de valores, saberes y técnicas de una determinada civilización y se identifica, en nuestros días como uno de los fenómenos más rentables desde el punto de vista sanitario y social. 

Ante un clásico sistema sanitario y un nuevo modelo social, el abordaje del nuevo marco sanitario ha de ser multidisciplinar y no exclusivamente médico, ni hospitalario. Todos los profesionales de las ciencias de la salud han de tejer una red de servicios que tengan como centro las necesidades de los ciudadanos enfermos y de sus familias.

Virgilio sentenciaba que “la fortuna ayuda a los que se atreven”, pero ¿los Gestores de la Salud estamos preparados para ello? ¿Nos atrevemos a lidiar este cambio e ir más allá de la búsqueda de la eficiencia ? Pues bien, lideremos este cambio que pasa por poner al paciente y su entorno en el centro del amplio sistema sanitario y, a la vez garantizar la aplicación de prácticas adecuadas y eficientes, utilizando las nuevas tecnologías y la comunicación para compartir resultados. No solo será suficiente, en un futuro, ser eficientes o aportar dinero al sistema sanitario, harán falta más sensibilidades y talento social, unidos a la valentía de afrontar cambios, incluidos el del rol y perfil del gestor sanitario en el futuro.

Mariano Guerrero. Director de Planificación y Proyectos de Ribera Salud grupo y  Secretario de la Junta Directiva de SEDISA